Capitulo Cuarto

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—Despacio, mi señor, beba con cuidado...—Minami acerco la taza con una infusión de salvia* y dong quai* a los labios de Yuuri para que bebiera su contenido, antes de volver a ayudarlo a acomodarse entre los almohadones de la cama. Tomando la compresa en la frente del mayor, la sintió tibia y suspiro mientras la cambiaba por una de las que mantenía dentro de una jofaina con pétalos de margarita*.

La fiebre de Yuuri había disminuido, pero seguía con temperatura constante y sudaba mucho. Minami había hecho todo lo que estaba en sus manos para ayudar a su señor con la transición.

Acariciándole el cabello húmedo de la frente, Minami recordó la angustia en su pecho, que lo había despertado agitado y desorientado, seis noches atrás. El malestar como un peso que no lo dejaba respirar. Jadeando le había costado unos momentos darse cuenta que no habían sido sus sentimientos los que lo atormentaban sino los de Yuuri que habían sido transmitidos por la unión entre ambos.

El no ver a Yuuri durmiendo a su lado y con la sensación de pánico en aumento, Minami había ido en busca de Lilia -quien dormía en el zenana cuando su esposo no estaba en palacio- y había hablado con ella. Debió de haber hecho una escena muy convincente para que Lilia hubiese llamado a cuatro guardias Gamma y le hubiese ordenado dirigirlos con su mirada estricta.

Habían caminado por pasillos que Minami no reconocía, sintiendo que estaba pasando algo importante y él no estaba al lado de Yuuri como se lo había prometido a sí mismo para cuidar de él.

Llegaron a una sala y sintieron el olor de un Alfa -que Minami no reconoció- junto al aroma de Yuuri, pánico como huella principal en el aroma del Omega. Lilia entro rauda y sin titubear, Minami justo detrás de ella, y encontraron al Gran Rey sujetando el cuerpo desmayado de Yuuri. Un rictus de confusión en el rostro del Alfa mientras miraba a la mujer.

—Lilia...

No supo que fue lo que Lilia hizo, pero Minami se dedicó a cuidar a Yuuri una vez que se lo arrebato de los brazos a Víctor. Estúpido Alfa. Con los conocimientos que los padres de Yuuri le habían enseñado, verifico los signos vitales y cualquier señal de que algo estuviera mal. No encontró nada, su señor solo estaba desmayado probablemente por los nervios.

Si los sentimientos que Minami había sentido eran así de intensos no le sorprendía que Yuuri hubiera colapsado.

Hasta que lo sintió.

Muy suave, debajo del olor de Yuuri y el del Alfa que se impregnaba en la ropa del Omega, y casi imperceptible para alguien que no conociera el aroma natural de Yuuri, se hallaba el olor de las feromonas: dulces y afiebradas, comenzando a hacer presencia de una forma que Minami no las había sentido antes. Mirando confundido el rostro inconsciente de Yuuri, Minami toco su frente.

Y lo comprendió.

"Los Omegas Puros son distintos a los otros Omegas, Minami-kun. —Recordó las palabras de Hiroko, la madre de Yuuri— Ellos entran en un estado de pre-calor cuando encuentran a su pareja y sienten su aroma, liberando feromonas para atraer a su Alfa y hacerlo entrar en el mismo estado que ellos para que el celo se presente en ambos y ocurra la reclamación y el embarazo." Le había explicado con calma mientras cuidaban de un Omega Puro demasiado joven para ser reclamado que había encontrado a su pareja.

—Hay que sacarlo de aquí... —se dijo a si mismo antes de levantar la mirada con urgencia y hablar con palabras atropelladas— ¡Valide Lilia, hay que sacarlo de aquí, ahora! ¡Por favor!

A una orden de Lilia, uno de los guardias Gamma que los acompaño había tomado a Yuuri en brazos, mientras los otros tres retenían al Gran Rey que había comenzado a gruñir al ver a otro Alfa cerca de Yuuri. Minami se sorprendió al ver el azul glaciar tener un brillo ambarino* en los ojos del Gran Rey.

La Joya del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora