|| Deux ||

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Narrador omnisciente.

—Hagan parejas para hacer los ejercicios. —dijo el maestro de gimnasia, soplando su silbato.

El de mirada vacía sintió como tomaban su mano con delicadeza, miro hacia abajo, observando la unión de su mano con la del chico a su lado.

Sonrió y dio un ligero apretón, el más bajo levanto la cabeza para ver al mayor, con una sonrisa.

—Bueno, Ángel, hagamos los ejercicios. —dijo el mayor.

—¿Ángel? —preguntó curioso el de pecas, ladeando la cabeza.

Ambos se afirmaron en el otro para tener equilibrio, tomando una de sus piernas y tirarla hacia atrás con ayuda de su mano.

—Si.

—¿Cómo Nora Grey? —volvió a preguntar.

—¿Qué cosa? —el azabache respondió la pregunta con otra.

—Nora Grey, de la saga Hush, Hush... ¿no has leído los libros? —preguntó como si fuera una atrosidad.

—No... ¿son buenos? —el castaño rodó los ojos.

—¿Podrías dejar de responder mis preguntas con más preguntas? —pidió.

—No lo sé... ¿Podría? —ambos rieron y el más bajo soltó al de mirada vacía, dándole un leve empujón que lo hizo trastabillar—. Vale, vale, dejare de hacerlo.

—Bien. —dejó sus manos tras su espalda, tirando un poco de sus mangas largas, las cuales se habían subido un poco.

—¡Quince minutos de trote, cada vez que suene el silbato caminan! —anunció el profesor, soplando nuevamente el silbato, por lo que todos los alumnos comenzaron a trotar.

Cinco minutos después sonó el silbato y aminoraron el paso.

—Odio trotar. —se quejo el menor, con la respiración agitada.

—¿Crees que yo no? —ambos hicieron un quejido fingido, para luego mirarse divertidos.

De nuevo sonó el silbato y reanudaron él trote.

—¿Cuánto falta? —preguntó luego de un tiempo el extranjero.

—¡Alto! —gritó el maestro, los alumnos se detuvieron o bajaron la velocidad, la mayoría fue por agua.

—Moriré... —se quejo Loon, dejándose caer en el pecho de Fred, quien se tenso por aquello sintiendo sus mejillas arder.

El más bajo levanto la cabeza, dejando su mentón apoyado en el pecho del mayor, observándolo, mientras el de mirada vacía bajo la cabeza para ver al castaño.

El de pecas le sonrió de una manera que no había visto antes, aquella sonrisa hizo que su corazón diera un vuelco, obligándolo a sonreír de la misma forma, sin poder evitarlo.

Se quedaron viendo hasta que el profesor dio la siguiente actividad.

~Continuará~.

Ángel [Fredoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora