|| Trois ||

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Narrador omnisciente.

—Entonces... —ambos chicos estaban a la salida de la escuela, y tomaban caminos diferentes para llegar a sus hogares.

—Ven a mi casa... Si quieres. —ofreció el azabache.

—¡Sipi! —exclamó entusiasta el japonés, abrazándose al brazo del contrario de manera infantil como ya era común en él.

Ambos caminaron así hasta llegar a la casa del mayor, saludando a la madre de este y a su hermano gemelo, el cual iba a otra escuela por lo que pudo ver el de ojos bicolor.

Subieron a la habitación del de tez grisácea, donde dejaron sus mochilas en una esquina.

—Y... ¿qué quieres hacer? —preguntó el dueño de la habitación, mientras veía como su invitado observaba toda la habitación.

—... Bailar. —dijo viendo al estéreo.

—¿Qué? ¿Bailar? —preguntó confundido el de mirada vacía.

—Si, quiero bailar. —respondió sonriendo hacia el mayor, este imito su gesto y conecto su celular al estéreo, poniendo Cake By The Ocean.

La música empezó y con ello el castaño tomo las manos del mayor, moviéndose al ritmo de la música.

Fred imitaba sus movimientos, dejándose llevar con el menor, entre risas ambos bailaban en la habitación del azabache, pasando canciones, con movimientos extraños por parte de ambos, ya que ninguno bailaba muy bien, pero aquello no les impidió divertirse.

De pronto el ritmo lento de Safe & Sound detuvo a ambos chicos, hasta que el de ojos bicolor tomo las manos del mayor nuevamente, acercándolo a si, en una especie vals improvisado, que ninguno sabía.

Sus movimientos eran calmados, sin apuros.

Loon levanto la mirada, sonriéndole de la misma manera que en clase de gimnasia al dueño de la habitación, quien imito la sonrisa, llevando una de sus manos a la mejilla del castaño, acariciándola lentamente.

El de pecas no apartaba su mirada de los ojos de Fred, y de pronto el tiempo para ambos se detuvo.

Lo único que escuchaban era el corazón del otro en un propio compás, las respiraciones de ambos eran agitadas, sabían lo que se venía y aún así no se apresuraron, ni se detuvieron, hicieron todo de la manera que debía hacerse, lento y sin prisas.

Acercaron sus rostros y el mayor acaricio suavemente la mejilla del de ojos bicolor con su nariz, quien sonrió por aquel gesto, las manos del más bajo fueron a los hombros del azabache, listo para lo que venia.

Las manos del azabache fueron a ambas mejillas del menor, acariciándolas, para luego bajarlas hasta su cintura y atraerlo más a si, la cabeza del menor se volvió a alzar.

Se quedaron mirando, sin apartar ni un segundo la mirada de los ojos del otro, y paso.

Acortaron la distancia entre ambos rostros, uniendo sus labios de manera torpe, pero aún así con sus corazones latiendo con todas sus fuerzas dentro de sus pechos.

Loon sonrió en medio del beso, abrazándose al cuello del más alto, quien se encorvó para profundizar el beso, cerraron sus ojos, dejándose llevar por el momento y el ritmo de la canción, moviendo sus labios de manera coordinada, los cuales parecían encajar perfectamente.

Entre abrieron sus labios para dar paso a las lenguas de ambos, las que se acariciaban de manera lenta, disfrutando de las otra.

Todo aquello que ambos se daban era un sentimiento tan puro que no tenían la necesidad de siquiera quitar una prenda de ropa para demostrarse el amor que habían llegado a sentir en esos pocos días que se conocían.

Al separarse ambos se abrazaron, el castaño ocultó su rostro en el pecho del mayor, abrazando su torso, mientras el mayor besaba la coronilla de su cabeza y dejaba descansar su barbilla ahí.

—Te quiero, Ángel. —susurró Fred.

Loon cerro sus ojos con fuerza, escondiendo aún más su rostro en el pecho del mayor, en un intento de no llorar.

Loon lo sabia... Él no era el ángel que Fred necesitaba.

~Continuará~.

Ángel [Fredoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora