Instituto Jackfy Guezz. Ese era el nombre del internado más apartado de la ciudad. Se encontraba rodeado de un gran manto de árboles secos a su alrededor, dando un aspecto descuidado y moribundo al lugar. Una joven, quien se encontraba batiendo la lata de aerosol en su mano, salió por la puerta de su cuarto con una gran idea -según ella-. A toda velocidad sobre su patineta, apretó el aerosol y dejó salir el líquido negro sobre todas las paredes blancas de aquel corredor, decorando el alrededor con líneas gruesas.
Sus compañeros de aquel internado la observaron indiferentes, las travesuras de ella era algo con lo que se habían acostumbrado a lidiar. _____ era su nombre, _____ Woods. Esta volteó a verlos con una sonrisa amplia y victoriosa, riéndose a carcajadas y mostrando el dedo del medio como de costumbre; sin embargo por culpa del karma, ella tropezó y rodó por las cortas escaleras hasta el suelo, oyendo al instante unos golpeteos impacientes de unos tacos al costado de su cabeza.
-_____ Woods... ¡A mi despacho, ahora mismo!-exigió la directora, modesta e irritante.
_____ chasqueó la lengua y caminó detrás de ella en silencio; sabía que aquel sermón podría llegar a su posible liberación y decidió mejor no abrir la boca en su contra.
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Cerca de la ciudad, en el bosque para ser más exactos, un joven corría a gran velocidad para llegar al final del bosque y ser libre de los cazadores que lo perseguían. No era una buena idea y lo sabía; el correr por aquel ambiente no era beneficioso para él. Las hojas secas que cubrían los senderos y el bosque en sí, delataban su camino entre los árboles y los cazadores no tardarían en estar detrás de él.Su oído percibió un roce increíblemente cerca de sus cabellos castaños. Un hacha le arrebató un par de mechones y quedó incrustada en el tronco del pino; mas éste no se detuvo, pues esa técnica la tenía vista de hace bastante tiempo. Después de todo los Proxys no cambiaban los planes, ni sus acciones, sino que incrementaban su agilidad, fuerza y velocidad... Y eso era peor.
Llegó un momento en el que el aroma a cigarro desapareció del ambiente; aquellos "trick, track" de los huesos no se oyeron más y los golpes de un fierro dejaron de hacer escándalo. La adrenalina del cuerpo de este chico, quien finalmente llegó a la carretera, había descendido por completo. Dio un suspiro de alivio y continuó su búsqueda, cansado de tanto explorar; su misión había comenzado hacía ya dos años y, tristemente, no había obtenido resultados. Comenzaba a sospechar que ya era demasiado tarde, que ese monstruo ya había capturado a su pequeño tesoro y la había puesto en su contra. Dichas ideas invadieron su mente, nublándola completamente de malas imágenes y terror.
Ya anochecía en la ciudad, y las luces de los letreros de bares, restaurantes y sitios de salidas nocturnas, comenzaron a brillar dando una llamativa presentación, pero no eran sitios en los cuales buscar. Si su pequeña seguía igual que en sus trece años, no estaría bebiendo tragos o bailando en una pista. Sólo quedaba un sitio en el cual no se había buscado nunca, el internado más lejano de allí, el último que le quedaba por revisar.
No era por tonto la razón por la cual Liu no había revisado nunca ese internado; él no quería desilusionarse al enterarse de que, posiblemente, _____ ya no se encontrara allí. Observó aquella pequeña colina, lejana de su ubicación, y decidido empezó a caminar... Quería a su hermana de vuelta.
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_____ había terminado de escuchar ese aburrido sermón de dos horas y media y, sin lograr su cometido, caminó por los pasillos con su patineta por la mitad, pues se había partido en dos. Aún recordaba las palabras de esa anciana en su cabeza: "-No me importa si ésta es tu travesura número mil en todos estos años, ¡tú no saldrás de este internado hasta que seas capaz de mantenerte por ti misma! No pienso mantenerte hasta tus veintidós años" -exclamó, exaltada y con varias canas, la dueña del internado.-Aaaagh...-dió un suspiro largo y miró su puerta.-Desgraciada, su vida amargada no tiene que afectar a la mía.
Dicho su comentario, abrió la puerta de su habitación, encontrándose con alguien una cabeza y media más alto que ella y de espaldas. Su cabello no llegaba a más que sus hombros y las ropas estaban rasgadas y con leves gotas de sangre. _____, con un rostro de espanto, notó que observaba el cuadro que ella conservaba de su familia. Su único recuerdo de ella.
-¡Lárgate de aquí, vagabundo!-gritó con cierto temor en su voz. No había conocido a alguien fuera del internado y no sabía cómo podrían ser las personas de la ciudad.
El joven volteó asombrado, dejando ver esas horrendas cicatrices en su rostro, las cuales eran muy profundas. _____ soltó un chillido al ver ese rostro tan inesperado, con gotas de sangre en alguna que otra cicatriz abierta y aquel piloto oscuro, sucio y lleno de ramas pequeñas. Sin embargo, _____ intentó mirar más allá de esas marcas. Esos ojos apagados y verdes como los que ella poseía, y esa nariz respingada idéntica a la suya la dejó sin muchas dudas en su mente.
-Liu... ¿Liu eres tú?-susurró con cierta sorpresa, dejando caer su patineta rota y su piel se tornó pálida del asombro.
Liu, por su parte, dejó a un lado el cuadro y abrazó con fuerza a su única hermana, con cierta nostalgia y melancolía.
-Vámonos de aquí, _____. No es seguro para ninguno -comentó con su voz apagada.
Liu abrió la ventana del cuarto que había utilizado para entrar. Su hermana observó el cuarto con desprecio; ocho años allí, creciendo poco a poco, en esas cuatro malditas paredes. Siguió a Liu por la ventana, respirando ese aire fresco de la noche y observando las estrellas que brillaban en su resplandor. Las luces iluminaban gran parte de la ciudad y carretera, mientras que un leve viento flameaba el cabello de ambos hermanos. La mejor sensación de libertad.
-Sígueme. Hay que cruzar un portal ¿está bien?
_____ tenía varias preguntas para interrogar a su hermano, pero al parecer ese no era el momento.
-De acuerdo, te seguiré.
Se adentraron juntos al bosque muerto que rodeaba al Instituto. Nadie buscaría en un ambiente tan tétrico, con ramas enroscadas entre ellas y árboles huecos.
-Tengo varias preguntas sobre lo ocurrido en estos años, Liu.
-Las responderé en cuanto lleguemos. Ahora no es el momento -finalizó mientras buscaba alrededor.
De un momento a otro, el ambiente se volvió muy intranquilo, alguien o algo lo volvía más frío de lo que ya era. Liu percibió esa mala vibra alrededor de los dos y apretó el agarre en el brazo de _____, quien comenzaba a asustarse y se ocultó de inmediato detrás de su hermano. Se oyó a alguien rascar los troncos gruesos de los pinos, los cuales terminaban teniendo rasguños. _____ tuvo un mal presentimiento y logró visualizar una figura oculta en los troncos de aquel bosque, se mostró una mano blanca, blanca por completo y logró entrar lentamente en las cabezas de ambos hermanos.
Liu comenzó a sujetarse de sus cabellos tras repentino dolor, mostrando una mirada de locura y miedo. Sus gritos helaron la sangre de _____ y ella lo observó: sus manos temblaban desesperadas, su cuerpo se acomodó en posición fetal y su nariz comenzaba a sangrar lentamente. _____ al ver la situación se quedó de pie, inmóvil. Temía de lo que le pudiese ocurrir a su hermano mayor, pero ese ser monstruoso le impedía movimiento muscular. Allí vió cómo todo su alrededor -incluyendo la figura de su hermano- se tornaba negro y, sin oír absolutamente nada, cayó inconsciente en el pasto.
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Dos destinos. (Creepypastas y Tú)
FanfictionPara _____ Woods la vida no ha sido del todo alegre. Tras la muerte de sus padres y el regreso de su hermano mayor, luego de tantos años de espera, la guiarán a dos caminos, de los cuales solo uno será el correcto. Se enfrentará a los Creepypastas...