Capítulo 2: Asalto en la prisión.

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Poco antes del anochecer, el capitán Bier Wolf había llegado al bosque que rodeaba el callejón de la Miseria con un pelotón de unos 30 hombres a pie, 10 a caballo y tres carrozas tiradas por animales. Había recibido órdenes directas del rey de no provocar una trifulca o caos entre los habitantes, ya que su labor y el procedimiento que había de realizar, no existía en realidad.

Llegada la hora, y viendo como los habitantes se marchaban para sus casas, el capitán dio la orden de ingreso. Lentamente la plaza, que unos minutos antes estaba deshabitada, se llenó de soldados de armaduras de metal gris opaco y cascos con la insignia real.

- Señores -dijo el capitán, una vez se alistaron los soldados en filas de cinco-. Nuestra misión es capturar con vida a un par de criminales, cuyo peligro es inminente para la sociedad y para la corona.

-Señor -interrumpió uno de los soldados de la fila del fondo- ¿Por qué los vamos a capturar? ¿Dé que se les incrimina, para que tengamos que estar tantos de nosotros aquí?

El capitán lo miró como si quisiera matarlo, intentando entender cómo es que un subordinado era capaz de cuestionar a sus superiores. Sus ojos negros y apagados se clavaron sobre el novato, mirándolo de pies a cabeza. Aproximó lentamente su cuerpo, de unos macizos 2 metros, hacia la última fila mientras se acomodaba el bigote lleno de canas.

- ¿Cómo se llama soldado? -dijo estando al lado de él.

-Aurelio. Aurelio Busten, señor -respondió el soldado, quien hacia todo lo posible para no desmayarse.

-Señor Busten, ¿Alguna vez ha oído acerca de los Artistas?

El soldado no dio crédito a dicha pregunta.

-Sí señor, son historias que se oyen mucho en las partes pobres de la ciudad. Aunque jamás he creído que algo así exista, señor.

-Pues -le dijo cogiéndolo del hombro, sonriéndole de forma cortés-, debería creer, señor Busten. Hoy daremos captura a los últimos artistas que existen en este reino.

Los ojos del soldado brotaron de enorme manera, mostrando una sorpresa mezclada con terror. No podía creer que el capitán Bier Wolf, conocido por ser la mano derecha del rey, por su enorme seriedad en sus asuntos bélicos, creyente únicamente de la maldad de los hombres, y ganador de muchas batallas y menciones de guerra, dijera algo tan descabellado como que una historia de pobres existiera; y que de hecho, ese sea el motivo por el que estén ahí.

-Señores, no hay que perder el tiempo -Dijo el capitán, volviendo a la línea del frente con velocidad-. Si creen o no, ya no es asunto mío. Sólo les puedo asegurar que yo, como su primero al mando, les ordeno dar su vida esta noche por el rey y por el reino. No les puedo asegurar si la información dada de arriba sea verídica, pero no deben cuestionarme. No se los permitiré, si eso conlleva a un riesgo inminente para todos. Así que, quien no desee ir, solo porque no les parece creíble lo que les digo, puede marcharse. Eso sí, le recomiendo jamás volver. No quiero tener entre mis filas soldados cobardes, cuya fuerza de voluntad se guía en mitos y creencias absurdas.

Dicho esto, ningún soldado se inmuto. Todos estaban a esperas de encontrar a los criminales, como si el temor y la incredulidad se les hubieran ido del cuerpo. Y esa era la habilidad del capitán: Hacer que un novato cobarde se volviera un soldado raso y valiente solo con decirle algo al oído.

Así el capitán dio la orden de empezar la misión. Los hombres a caballo circulaban alrededor del Callejón de la Miseria, unos desde la plaza y otros desde el bosque, formando un perímetro perfecto en caso de algún escape. Mientras que un grupo de 20 hombres protegían los accesos del callejón, así como vigilar los puntos ciegos que se formaran de la primera línea. Los otros 10, por su parte, iban de puerta en puerta, preguntando la ubicación de los criminales, con la única información proporcionada: "Los criminales son nietos de un hombre anciano, de unos 72 años, barbudo y sin una pierna. De estatura de un metro con sesenta y siete, de ojos color verde y piel blanca. Se le conoce como German Phill o también como el "Gran Abuelo". El nombre de sus nietos son Lía y Gem Phill, siendo esta su único rasgo detectado"

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