Capítulo 6: Adellehid

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El capitán se vio envuelto en un predicamento. Ya comprendía bien el riesgo de cargar con dos peligrosos criminales como lo eran Abdiel y Budú, sin acompañamiento o algún tipo de vigilancia, sólo contando con su poder de combate y las habilidades de Jules. Si bien les podían dar batalla, se trataban de dos peligrosos Artistas, cuya sed de sangre era relativo al tamaño de su don, el cual les daba el prestigio de ser los Artistas más poderosos a los que se ha enfrentado el reino de Nesciré. Claro que sin contar a Gem, Lía y al León Danzante, una amenaza aún sin ser calculada.

-El Dote de la Música y la Ventriloquia -pensó el capitán al verlos salir del comedor, luego de que su ser sintiera que todo saldría mal-. Comprendo que uno es un don puro pero el otro ¿De qué lugar del infierno salió?

-¿En qué estás pensando? -de repente Jules interrumpió sus pensamientos como si supiera exactamente en qué pensaba.

-No creo que fuera buena idea, y menos estando nosotros dos no más. Mira lo que hizo y sólo usando una parte de sus poderes.

-¿Acaso les tienes miedo? -tal era su sorpresa que se hizo enfrente de él y lo miró a los ojos

-Jules, odio es lo que siento por ellos. No puedo sentirme tranquilo sabiendo que en este mundo hay gente como ellos, es por eso que lo último que puedo sentir es miedo. No puedo dejar que esos sentimientos afloren, por eso me levanto cada día a comandar este ejército: Para con mi odio poder detenerlos.

El comandante no sabía si fue por las brasas que salieron de sus opacos ojos o el peso de las palabras de Bier, pero sintió ese sentimiento que le apretaba el pecho. Llegó a creer que él le iba a dar una bofetada por la estupidez que había preguntado, pero en vez de eso sólo le vio desviar la mirada y tomar camino hacía la puerta por la que los soldados llevaron al rey mal herido. Instantes previos de salir, Jules hizo la pregunta correcta: Si no es miedo, ¿Entonces qué es?

-Abdiel es un poderoso Artista -se giró un momento-, pero también es un genio estratega. No desaprovecharía una ventaja militar y mucho menos una que le permita derrotar a su adversario de toda la vida: El León Danzante... -se detuvo por un momento y suspiró brevemente-. La pregunta es ¿Que tanto nos necesitará antes de cumplir su objetivo?

-¿Piensas que, en un momento dado, nos ataque por la espalda? -aventuró decir Jules, intentando adivinar lo que seguía.

-Por Artista que sea, él es de esas personas que no atacará por tu espalda -sonrió brevemente-. No tiene la necesidad. Es poderoso pero manipulador a la vez, es un aristócrata de una sub especie plagada de ladrones y mentirosos, como el tal Budú ese. Y con eso puede hacer lo que quiera sin tener la necesidad de matar.

-Entiendo lo que dices, pero supongo que tendrás algo en mente -Jules fue en dirección de la puerta.

-Por ahora, sólo dejar que las cosas pasen -Bier sonrió un poco, pero en un instante regresó a su estado natural-. Y matarlos, de ser necesario.

A varios kilómetros de la prisión, la situación por parte de los soldados había conmocionado a la pequeña población del callejón de la Miseria. Minutos después de la partida de los soldados de la casa de Phill, con los gemelos arrestados, el cotilleo empezó a surgir. Las mujeres, que momentos antes daban una indagatoria de lo ocurrido poco antes de Vars las mandará a callar, se reunieron con tres señoras enfrente de la iglesia para averiguar un poco más de lo ocurrido.

-¿Que han sabido? -dijo una, luego le siguió la otra-. Debe ser culpa del abuelo, es un bueno para nada que se le pasa contando historias fantasiosas de Artistas y dragones, ¡Seguramente algo de ese loco se les pegó!

El Arte de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora