Durante el desarrollo de su carrera como patinador, Chris tuvo que atravesar diversos obstáculos que llegaban a deprimirle, pues hacían sentirle un ser imperfecto, a quien nadie amará y que es juzgado por su peculiar personalidad.
Lo que él no sabe...
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Francis tenía la edad suficiente para comprender que era lo que sentía en su pecho, el supo desde el primer momento que su corazón latía por Chris. Sin embargo, le causaba ansiedad pensar que su amor no fuera correspondido como el anhelaba; pero todavía era muy temprano para hacer suposiciones, apenas se conocían y sólo el tiempo le daría la respuesta a su inquietud.
Después de que Chris terminó de recorrer toda la pista de patinaje, Josef, su ahora entrenador, le dijo que ya era momento para conocer su nuevo hogar.
Por supuesto, Chris estaba ansioso por saber donde residiría de ahora en adelante. Esto era fácil de deducir, pues en el coche no paraba de hacer movimientos que revelaban su nerviosismo debido a la felicidad que sentía; a diferencia de Francis, que a pesar de lo contento que estaba por sentarse a lado de quien se adueño de su corazón, no demostraba emoción alguna mas que el leve sonrojo en sus mejillas.
Cuando llegaron a su destino, Chris salió desesperadamente del coche dando pequeños saltos de felicidad, nuevamente, actuó al contrario de Francis, quien se quedo petrificado con lo que veía.
Josef sacó las llaves de su bolsillo, y prosiguió a abrirles la puerta permitiéndoles pasar.
—Wow—exclamó Chris asombrado— Es muy bonito, ¿no crees Francis?
—Sí que lo es...—dijo el castaño. Esta vez, los nervios podían notarse claramente en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Está todo bien?—preguntó preocupado el rubio.
—Sí... es sólo que...—no pudo terminar la frase al ser completada por su tío.
—Francis y yo vivimos aquí.
—¿En serio? Eso significa que...¿me permitirán vivir con ustedes?—Su alegría no tenía límites.
—Claro, Francis y tú podrán ser como...
—¡¿Hermanos?!—ahora quien completo la frase fue Chris.
—Sí, hermanos.—Asintió el hombre.
—¡Eso es genial! Siempre he querido tener un hermano.—se volteó a ver a Francis y lo abrazo enseguida.
El corazón del castaño estaba latiendo con mayor fuerza, no podía creer que estaba entre sus brazos, y que estos fueran tan cálidos. No obstante, era inevitable sentir la inquietud de que Chris solamente lo viera como un hermano, ahora sería más difícil que correspondiera a sus sentimientos. Pero si con esto podía mirar su sonrisa radiante todos los días, aceptaría ser su hermano sin dudarlo, a pesar de que esto le derrumbara por dentro.
—¿Y dónde dormirá Chris? —Francis no quería arruinar el momento, pero si seguían así, estaba seguro que el menor se daría cuenta del cambio de color en su cara.
—Cierto, ¿cuál será mi cuarto?— preguntó Chris despegándose del chico.
—Dormirás con Francis hasta que tu propia habitación esté lista.—Les respondió el hombre.
—¡Genial!—exclamó Chris.
Francis no dijo ni una sola palabra, realmente estaba asombrado y a la vez nervioso, el chico del que se enamoró a primera vista estaría durmiendo con él, ¿cómo se suponía que debería sentirse?
Esa noche, Chris ya ocupaba la cama de Francis, mientras que éste dormía en una colcha sobre el suelo, ya que la cama era individual y sería incomodo dormir ambos (además que Francis no soportaría los nervios de estar tan juntos), así que le cedió la cama a Chris por educación; al principio, no estaba seguro de aceptar tal oferta, pero como Francis le insistía, terminó accediendo.
Chris se había dormido a los pocos minutos de acostarse, no sin antes desearle buenas noches a su nuevo hermano.
Y Francis...bueno, el tardó más en dormirse, no sólo porque la palabra hermano rondaba en su cabeza, el seguía despierto porque sentía que ya estaba dormido. Ver a Chris iluminado por la luz de la Luna era como un sueño del que no quería despertarse.
Ahora solamente deseaba a las estrellas que su amor no fuera una simple fantasía.