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Ya tiene unos días que Chris comenzó a dormir en la misma habitación que Francis, pero la simpatía del rubio no iba a permitir que el dueño del cuarto durmiera siempre en el piso mientras uno disfrutaba de la comodidad de su suave cama. Aunque Francis le insistía diciéndole que no había ningún problema, Chris no estaba de acuerdo; así que al final, ambos decidieron que se turnarían cada día para dormir en la cama.

Al pasar una semana en Ginebra, Josef le dio la noticia a Chris de que asistiría a la escuela, no podía dejar sus estudios a un lado aunque se llegara a dedicar al patinaje. Al principio Chris no estaba muy contento de escuchar esto, la escuela nunca fue un sitio muy agradable para él; y aunque le gustaba convivir con sus compañeros, le desagradaba estudiar, simplemente eso, pero la razón era porque le resultaba desesperante, mucho más cuando no le entendía a la clase, lo cual sucedía la mayoría de las veces.

Chris cambió de opinión al saber que sería el mismo colegio que Francis; disfrutaba estar con él, o por lo menos verlo, un pensamiento no muy diferente al que el castaño tenía.

El primer día de clases resultó devastador para Chris, ninguno de sus compañeros le dirigieron la palabra a pesar de los muchos intentos que él hizo por acercarse a ellos. No entendía la pésima actitud que tenían todos contra él, no es como si tuvieran razones para rechazarlo. El único momento que disfrutó, fue el receso, el cual pasó platicando con Francis; sabía que podía contar con él, pero no le mencionó nada de como se sentía en su nuevo salón.

Los días pasaron, y todo seguía igual, aún no podía comprender porque ninguno hacía el intento de conocerlo, lo que sí, es que todos eran bastantes serios, y sobre todo, dedicados al estudio, que era lo que más odiaba de la escuela. Chris sólo pensaba en que tenía los compañeros más aburridos.

Un día de esos, conoció el tipo de humor que tenían sus "queridos amiguitos".

Su profesora escribió un texto en el pizarrón y le pidió al que se sentaba hasta atrás que lo leyera en voz alta. ¿Y quién se sentaba hasta atrás? Sí, era Chris. Como no tenía otra opción, se levantó de su silla y se dispuso a leer el texto. Apenas comenzó a leerlo y sus compañeros ya se burlaban de él.

Chris estaba sobre esforzando su vista para poder leerlo, pero aun así, confundía las palabras y se trababa. Lo que pasaba es que no podía ver bien, pues a aquella distancia veía borrosas las letras.

Todos riéndose de él, la maestra llamándole la atención y su cabeza dando inicios de un mareo, simplemente perfecto.

Aquel día, su actitud extrovertida cambio extremadamente, se notaba decaído, pensativo y estaba demasiado callado para ser Chris. Su entrenador y Francis se dieron cuenta de esto al instante, no era muy difícil adivinar que le pasaba algo malo. Sin embargo, el castaño no pudo preguntarle nada. Una, no quería incomodarle en ese momento, se veía demasiado sensible. Dos, tenía mucha tarea y su tío no lo llevó al entrenamientos de Chris, así que no pudo verlo hasta el final del día.

Ya en la pista, Josef pidió que le contara todo, dándole a entender que entre ellos debía haber confianza, y así ambos pudieran salir adelante.

Chris le dijo lo que le sucedió en la escuela, aguantando las lágrimas que se asomaban en sus ojos. Josef lo tranquilizó con un fuerte abrazo, y comenzó a hacerle preguntas para buscar una causa, y una solución a la vez.

—¿Ya te había pasado antes en tu anterior colegio?

—No,—respondió Chris—yo siempre me sentaba al frente.

—Ya veo... ¿Te cuesta ver objetos a lo lejos?

—Sí... los veo borrosos.

—¿Nunca le dijiste eso a tus padres?

—Nunca le tome mucha importancia...

—Bien, hoy mismo iremos con un oftalmólogo.

Chris accedió a pesar de no saber bien que significa esa palabra tan extraña, pero pensaba que tenía que ver con la vista o algo parecido.

Después de la visita al especialista, se dio a conocer que Chris tenía miopía, una anomalía en el ojo que hace que los objetos distantes aparezcan borrosos. Y sí, para corregirlo necesitaba usar anteojos, una noticia que tampoco alegraba mucho a Chris, sobre todo porque los que le entregaron era de forma circular, no muy su estilo, según él.

Al llegar a casa, Francis se llevó la sorpresa del nuevo cambio en Chris, justo cuando creía que no podía ponerse más hermoso. Pero notó que la expresión de tristeza no había desaparecido del rostro de su amado.

En la noche, antes de acostarse, Francis respiró profundo y tomó la fuerza suficiente para preguntarle que le pasaba al menor.

Al principio, éste no estaba muy dispuesto a contestarle, pero al ya no poder soportar los pensamientos que le afligían, decidió confesarlo todo.

—Pensaba que en mi salón todos estaban mal, pero me equivoqué, soy yo el que no encaja, no me gusta estudiar, no entiendo nada, todo lo hago mal, y mi vista no es la excepción, también está incorrecta, sólo eso me faltaba. No quiero que los demás se sigan dando cuenta de mis errores, y por eso no quiero usar estos estúpidos lentes.—La furia y el dolor estaban a punto de hacer que aventara aquellos anteojos al piso, pero se detuvo entre sollozos, dejándolos caer sobre la cama, y llevando sus manos a su rostro para cubrirlo.

Francis estaba atónito con aquellas palabras y la escena en la que se encontraba. Era la primera vez que lo veía llorar, así que no sabía bien como actuar con él en estas situaciones.

Simplemente se dejó guiar por su corazón, sentándose en la cama frente a Chris, viéndolo con un deseo de querer protegerlo de todo lo negativo. Levantó su mirada con un suave toque en su mentón, se quedaron viendo fijamente por unos segundos hasta que Francis habló.

—Chris, tienes unos hermosos ojos verdes.—El menor se asombró con el cumplido.—Por favor, no digas que son un error, porque mucho menos lo eres tú.

Chris no pudo evitar romper en llanto con semejantes palabras, tampoco aguantó las ganas de abrazarlo, así que se aferró fuertemente al cuerpo del contrario, como si no lo quisiera dejar ir, como si él era todo lo que necesitaba para estar bien, como si lo amará...

O al menos eso pensó Francis en aquel conmovedor momento. Este chico era capaz de hacerle sentir miles de cosas, y quería que siguiera así hasta que tuviera la oportunidad de que lo ame, para que de esta manera sus sentimientos se intensifiquen con cada segundo que lleguen a pasar juntos.

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Por si no lo sabían, Chris en verdad tiene miopía, esa es la razón por la que se le ve en la serie usando anteojos.

Imperfectly perfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora