Durante el desarrollo de su carrera como patinador, Chris tuvo que atravesar diversos obstáculos que llegaban a deprimirle, pues hacían sentirle un ser imperfecto, a quien nadie amará y que es juzgado por su peculiar personalidad.
Lo que él no sabe...
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Después de un momento de lágrimas por parte de Chris, ya se encontraban el uno con el otro compartiendo su calor. Aquella noche, lo que menos les importó, fue estar apretados descansando en una sola cama.
A la mañana siguiente, cuando Francis comenzaba a despertarse, notó la ausencia de cierto chico que había dormido a su lado; al abrir más sus ojos, se dio cuenta de que éste ya estaba vestido con su uniforme, pero se había quedado inmóvil observando algo que tenía en sus manos.
Sus anteojos...
Era difícil entender como algo tan insignificante podía afectarle tanto; pero así somos los seres humanos. Cada quien le da su propio valor a las cosas.
Francis no podía quedarse callado observando como Chris se iba deprimiendo, tenía que hacer algo si quería seguir viendo aquella sonrisa que tanto le encantaba.
El castaño se levantó de la cama, y se le fue acercando sigilosamente aprovechando que se había puesto de espaldas, como último movimiento, le dio un confortable abrazo al rubio, haciendo que éste se sorprendiera.
—¿Qué haces, Francis?—Preguntó Chris debido a la repentina acción del chico.
—Me gusta abrazarte, Chris.—Aún era temprano para revelarle sus sentimientos, pensaba que si le decía, tendría altas probabilidades de ser rechazado.—Digo, eso es lo que hacen los hermanos, ¿no?
—Sí, sólo me sorprendió que fueras tu quien me abrazara... normalmente soy yo, hasta estaba empezando a pensar que te incomodaba.
¿Incomodar? Si Chris supiera que Francis consideraba sus abrazos como su cosa favorita, bueno, también sus ojos lo eran, así como su sonrisa, su rostro y su cabello rubio y ondulado. En conclusión, Chris era su favorito, corrección, Chris era el único.
—Claro que no me incomoda que me abraces, es más, me gustaría que lo siguieras haciendo, quiero seguir sintiendo tu felicidad rodeando mi cuerpo.—Ni siquiera razonó bien lo que dijo, las palabras simplemente salieron de su corazón. Francis se sonrojó demasiado, esperando que Chris no descubriera su atracción por él, de ser así, podría conseguir el repudio de parte de Chris.
—En ese caso, te seguiré abrazando todos los días.— Chris ya se veía más feliz que hace unos momentos.
—¿Y sabes que otra cosa me gustaría?
—¿Qué cosa?—preguntó curioso el rubio.
Francis tomó los lentes que Chris tenía en sus manos y se los colocó cuidadosamente en el rostro del menor.
—Que uses tus anteojos, me gusta como se te ven.—Esbozó una sonrisa con el propósito de que apareciera una en la del contrario, lo cual logró con éxito.
—Está bien, pero sólo porque tu me lo has pedido.
Aquel día, Chris fue con una gran sonrisa a la escuela, y a pesar de que sus compañeros se burlaban de él a sus espaldas, él no les tomó importancia, porque no le interesaba lo que los demás dijeran sabiendo que Francis lo quería sin importar sus defectos. Lo único que el no sabía, es que Francis le tenía un mayor afecto que el de un hermano, tal vez Chris era demasiado despistado para darse cuenta del amor que cierta persona sentía por él.
Francis estaba consciente de esto, Chris sólo sabría de sus sentimientos hasta el momento que decida revelárselos. ¿Pero cuándo llegaría ese momento? Ni el mismo lo sabe, porque tiene miedo.
Miedo de ser rechazado, y con ello, que Chris no lo vuelva a ver de la misma manera.
Corre un gran riesgo declarársele sin saber que es lo que en verdad siente Chris por él, no quiere que confunda su amor con una hermandad o una amistad. Y la única manera de saber eso es preguntándole. Pero ese es el problema, tampoco se cree capaz de averiguarlo haciéndole una pregunta tan incomoda como "¿Qué es lo que sientes por mí?"
Francis pensaba que era suficiente estar con Chris todos los días, pero se estaría mintiendo así mismo, porque lo que realmente quería era que estuvieran juntos, amándose el uno al otro.
Y la única forma de lograr esto era enfrentar aquello que lo atemorizaba.
Un amor no correspondido...
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Disculpen la tardanza, no me sentía con los ánimos para escribir, pero ya me siento mejor, que incluso ya le avancé al siguiente capítulo.