Durante el desarrollo de su carrera como patinador, Chris tuvo que atravesar diversos obstáculos que llegaban a deprimirle, pues hacían sentirle un ser imperfecto, a quien nadie amará y que es juzgado por su peculiar personalidad.
Lo que él no sabe...
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Con el tiempo Francis fue mejorando su patinaje, aunque obviamente no llegaba al nivel de Chris, pero eso no le importaba, porque podía ayudarle fuera de la pista enseñándole algunos cuantos pasos para su coreografía.
Sí, el rubio había descubierto que su compañero tenía la cualidad de bailar. Lo supo accidentalmente cuando se lo encontró bailando en su habitación, fue un momento vergonzoso para el castaño, pero fue dejando su timidez atrás y ahora se encontraba observando a Chris patinando con los nuevos pasos que le enseñó.
Al terminar su práctica, el menor se dirigió a la salida de la pista, donde Francis se encontraba asombrado por lo grandioso que era Chris. De repente, el rubio salió con una pregunta que hizo sonrojar al otro chico.
—¿Sabes que se celebra el catorce de febrero?—Se le acercó un poco para escuchar mejor su respuesta.
—Amm... ¿S-San Va-Valentín?—No sabía que le ponía más nervioso, si la pregunta o el acercamiento del menor.
—Sí... ¿y que más?—Aumentó la cercanía entre ellos debido a la emoción.
—Yo... no sé...—Su sonrojo se hacía más notorio entre más se le aproximaba.
—Perdón, creo que me he acercado demasiado.—Se dio cuenta del color rojizo en las mejillas de Francis y optó por hacer distancia.—Supongo que nunca te lo dije... ¡El catorce es mi cumpleaños!—Exclamó emocionado.
Si no hubiera sido porque Chris se alejó y por la noticia que dijo, seguramente la vergüenza hubiera invadido a Francis y se mantendría un silencio incomodo entre ellos. En cierto modo, le alegraba que eso no haya pasado.
—¿En serio? ¡Que genial!—Le encantaba ver a Chris tan feliz.
—¡Sí! Mis padres me han dicho que vaya a celebrarlo con ellos.
—¿Ah sí? Que bien.—Fingió una sonrisa porque se sentía desilusionado que no estaría a su lado aquel día, pero comprendía que la familia era primero.
—¡Y tú vendrás conmigo!—Con aquellas palabras Francis ya mostraba una sonrisa totalmente sincera.—Ya le dije a Josef, él también vendrá. Obviamente tenía que pasar mi cumpleaños con toda la gente que quiero.
"La gente que quiero".
Se sentía tan feliz de escuchar eso. Tal vez no era un "te quiero" en el aspecto romántico, pero le bastaba el sentirse querido por quien él amaba.
