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—Crucíferas —dice Stu—. ¿Y tubérculos no?

—Sí, también.

—¿Y qué me dices de las legumbres?

—No te salgas del tema.

—¿Cómo se llama su novio? —pregunta tía Pat.

—Geoff, con una ge, tres efes y una pe muda: Pgeofff.

—Pues espero por el bien de Kate que a Geoff con una ge le gusten varios tipos de verduras —añade.

—Mi intención es descubrirlo esta noche —contesto. Y cuando tía Pat está a punto de marcharse, le digo—: ¿Sabes que hay un hilo suelto aquí?

—Dime dónde —responde ella acercándose al lugar que le señalo—. Sí, ya lo vi. Jálalo.

Stu se encoge de hombros.

—Eso le había dicho yo.

—No puedo. ¿Y si no sale a la primera y se hace más largo? ¿Y si se rasga la tela? ¿Y si se rompe todo...?

—Espera —tía Pat alarga la mano y corta el hilo mientras yo hago un gesto de dolor—. Arreglado —dice y me lanza una rápida sonrisa mientras sale del cuarto.

Miro mi reloj. Son casi las cinco y media.

Amor y otras palabras extrañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora