Lo miró fijamente a los ojos. Ella sabía que esto no estaba bien, que no debía hacerlo. No quería hacerlo, su conciencia jamás estaría tranquila. Un golpe en su estómago la sacó de sus pensamientos. Ya no habría vuelta atrás, era ahora o nunca. Recordó todo el sufrimiento, llanto y dolor que le había causado.
Otro golpe. Si seguía así, moriría.
Tomó una decisión.
Corrió a la cocina y abrió un cajón, sacó lo que necesitaba. Se puso detrás de él y sin pensarlo dos veces clavó el cuchillo en su espalda, atravesando su pecho.