Los nervios estaban presentes en él. Sus manos temblaban y con algo de miedo abrió la puerta de su casa.
Cerró los ojos con fuerza al sentir la cachetada de su esposa.
Él sabía que lo que había hecho estaba mal. Engañar a su mujer con su secretaria no era para nada lo correcto.
Esa noche había salido a un bar con un par de viejos amigos del colegio. Pero allí también estaba su nueva secretaria. Ya estaba borracho y al día siguiente despertó desnudo al lado de ella.
Volvió de nuevo al presente y vio como su esposa lloraba desconsoladamente mientras le soltaba insultos.
Dejó un papel en la mesa y se fue.
Corriendo, tomó el papel entre sus manos y lo leyó.
Dejó caer varias lágrimas sobre ese papel de divorcio.