Por fin había logrado salir corriendo, podría volver a la vida con quien tanto había anhelado, mis hijos, los minutos parecían una eternidad a medida que el auto se acercaba al lugar en donde me encontraría con ellos, no era consciente de cuánto los había estado extrañando hasta ese momento y apenas había estado alejado de ellos un par de semanas, pero eso era suficiente.
–Gracias, Bill –abrí la puerta cuando las llantas aún no habían parado, salté a la acera y corrí atravesando el jardín de enfrente hasta la puerta con grandes ventanales.
Las escaleras eran demasiadas y en lugar de ir tranquilo por mi propia seguridad preferí subir de dos en dos hasta vislumbrar la puerta entreabierta al final del pasillo. Por hacer lo mismo mis hijos se habrían ganado un regaño, pero no podía aguantar un segundo más sin estrechar sus cálidos cuerpos entre mis brazos.
Di largas zancadas, tomé el pomo dorado de la puerta, ya estaba imaginando como se sentirían los abrazos de Paris, mis pequeña princesa, la risas de Prince, y toda la ternura de Blanket. Sí, en definitiva estaba vivo, luego de meses respirando artificialmente por fin podría volver al tiempo que ya me había olvidado.
Abrí la puerta. Visualize su silueta sacudiéndose ligeramente, escuché un par de sollozos.
Sabía exactamente quien estaba ahí con lágrimas envolviendo sus ojos, el dolor le emanaba de la piel a cada segundo transcurrido.
Anhelaba poder estrechar su cuerpo contra el mío, sentir el calor de sus brazos envolviendo mi frío existir. Me quedé perplejo mirando como lloraba mientras estrechaba contra su pecho un objeto de color marrón, tenía una hoja de papel a la cual se aferraba su mano derecha y con la otra intentaba no dejarse caer de espaldas contra el colchón. Una corriente eléctrica me recorrió toda la espina dorsal en menos de un segundo, la había visto reaccionar de esa manera únicamente cuando discutíamos, siempre por mi culpa, siempre por mí. Suspiré en silencio, no podía dejarla de esa manera, los planes iban a cambiar cuando me viera ahí, sin embargo, verla de nuevo frente a mí basto para poder mover mi mundo de nuevo.Nadie me advirtió de su presencia.
– ¿Lisa? –pronuncié a mitad de la bruma en mis pensamientos.
Se quedó petrificada por un puñado de segundos antes de girar sobre sus talones con una lentitud eterna. Sus brillantes ojos verdes se posaron en mí, el reflejo de mi mismo en sus ojos era perfecto justo como lo recordaba, justo como creí que nunca volvería a suceder.
–Michael.
Escuchar mi nombre salir de entre sus labios rosados se volvió un nuevo sentimiento. Tan indefensa, se acercó a paso rápido abriendo los brazos y dejando a un lado la caja marrón tanto como la hoja de papel, corrió a mi encuentro, la abracé, le acaricié el cabello repetidas veces deseando no ser parte de un sueño.
–Estás aquí –me acarició el rostro con la delicadeza de una rosa–. Estás aquí –las gotas saladas emanaban una a una de su delicado rostro ahora con ojeras, se notaba demacrada, los labios partidos y las facciones afligidas–. Estoy loca, ahora sí perdí la razón –su sonrisa nerviosa me preocupo, pero no tanto como sus palabras–. He querido tenerte aquí, lo he deseado tanto que ahora estoy alucinando.
Su voz dolida me convenció de mostrarle su error, yo no estaba muerto, por el contrario me encontraba renaciendo de entre mis propias cenizas, listo a iniciar de nuevo.
Me miró directo a los ojos, acarició mis labios como si se tratará de cristal estrellado a punto de romperse en mil pedazos, hice lo mismo, acaricié su piel con una suavidad parecida a la seda, me acerqué lentamente con cuidado sin perder los estribos para no arruinar el momento, sentí su respiración chocar contra la mía, uno de los mejores placeres de la vida, con suma delicadeza comencé a besarla.
Puso sus brazos alrededor de mi cuello, me acarició la nuca logrando erizar cada bello de mi piel, todo era lento, derrochando el amor contenido a lo largo de años, me aseguré de acariciar su espalda pegando su cuerpo más al mío, el tiempo no pasaba mientras nuestros labios se fundían en uno solo.
La había extrañado tanto, anhelaba no haber dicho adiós nunca, era como el aire, no estaba seguro de cómo había logrado sobrevivir todo ese tiempo.
El beso terminó sin desearlo.
–Estoy aquí, estoy contigo y no estoy muerto.
Sus ojos se abrieron como platos.
Había reaccionado.
Dió un par de traspiés en reversa evitando mi abrazo, me miró cubriendo sus labios con ambas manos, los ojos se le llenaron de lágrimas una vez más.
–Lisa, estoy contigo, nunca estás sola –le afirmé como siempre lo había hecho.
No dijo nada, no agregó ningún comentario y salió corriendo, me quedé estático un par de segundos antes de salir corriendo tras ella.
–Lisa. Preciosa, por favor, escúchame.
Continúo corriendo, pero no fue al gran portón negro sino a la parte trasera de la casa.
–Dejame darte una explicación. Al menos contesta.
Caminó sin detenerse, ignoró mi presencia como si tratará con una de las paredes, regresó a la casa con un par de niñas pequeñas con quiénes apenas podía caminar sin tropezar, la había perseguido por toda la casa, al verla con las niñas una de ellas la llamó varías veces, al ver su cabello rubio y sus ojos la reconocí... era la niña a quien había saludado horas antes.
–¡Lisa, Lisa, por favor espera! –continué corriendo tras ella, pronto se unieron mis hijos a la persecución.
– ¿Papá?
Articuló uno de ellos mientras continuaba corriendo tras Lisa.
–¡Hey, Lisa! ¡Lisa! ¡Lisa, vuelve!
Grité con desesperación al verla desaparecer tras el negro de la puerta, me deje caer de rodillas con la respiración agitada, los niños estaban a centímetros de mí.
– ¿Papá? –interrogó Paris.
Giré la cabeza para tener una mejor visión de ellos, me levanté en dos intentos y tomé por los hombros a mi princesa, quería abrazarla, a los tres, deseaba tener con ellos un encuentro mejor que ese.
–Ve tras ella –me pidió Paris.
– ¿A dónde voy?
–Es la casa de enfrente –señalo la puerta.
Era una imprudencia de mi parte salir de la casa sin preocuparme por los peatones o paparazzis.
–No la dejes ir –agregó Prince.
–No, nunca más –le sonreí–, pero por ahora necesita pensar. Necesita asimilar la realidad.
Asintieron.
–He pasado mucho tiempo sin ustedes. Vengan aquí –los abracé con fuerza.
– ¿No eres un sueño? –pregunto mi pequeño Blanket.
–No, amiguito. Soy realidad.
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Vuelve
FanfictionVolví de una larga ausencia, me quedé mirando la nada por un par de minutos, no quería estar en la oscuridad para siempre, no quería estar ahí sin ellos, deseaba volver como un ave fénix, era la hora de buscar el inicio en un tierra verdaderamente l...