¡Disputando al nuevo!

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Era de mañana y por algunas razón Lavi y Allen estaban dormidos en el suelo del cuarto de Miranda arropados por muchos retazos de tela.

-¿Chicos? Despierten, ya amaneció. Allen ya terminé lo que me pediste. –Miranda intentaba despertar a sus amigos mientras movía las telas que los cubrían.

-Fuenos ias. –dijo Lavi bostezando.

-Buenas Miranda. –dijo Allen que comenzaba a despertar.

-Miren, ya termine. Aunque lamento no poder hacer más, no había mucha tela en buen estado.

-¿Terminaste? Pero si apenas anoche empezamos. –dijo muy sorprendido Allen, mientras miraba las ropas y algunos almohadones muy bonitos que estaban sobre la cama.

-Es que me quede despierta toda la noche para terminar.

-Wooo, que bonito. –Decía Lavi mientras removía todo lo hecho.

-No era necesario que pasaras la noche en vela por esto Miranda. –dijo un muy preocupado y culposo albino.

-Tranquilo Allen-kun, no es problema. Además, como ya conozco a tu maestro sé que...bueno, es un poco "exigente" contigo.

-Gracias Miranda-san.

-Oye Allen, no te dijo ayer Tiedoll-san algo de que... ¿era tu turno o algo así? –dijo Lavi.

-Mmm... Creo que... ¡SE ME OLVIDÓ! Miranda luego vendré por todo, graciaaas. –y salió corriendo del cuarto.

-¡Es para el otro ladoooo! –gritó Lavi desde el umbral de la puerta de Miranda.

-¡Ya lo sabía! –dijo el albino mientras pasaba frente a sus amigos, ahora en la dirección correcta.

Mientras tanto en la sala de enfermería...

-Hijo por favor. Ponte los zapatos. –pedía el General Tiedoll.

Mientras un pelinegro se hacía de rogar ocultando sus pies entre las sabanas.

-¡YA LLEGUÉ, YA LLEGUÉ! –entró gritando un exaltado y sudado albino.

-Oh, Allen-kun. Pensé que no vendrías o que te habías perdido. Por favor, ven y ayúdame con esto.

-Claa... ro. –Allen se ruborizo al ver al chico frente a sus ojos.

El nuevo se encontraba sentado sobre la cama solo en ropa interior y con una camisa negra abierta. Claramente Allen pudo observar como su cuerpo estaba casi completamente vendado pero eso no evitaba que el albino viera su cuerpo ligeramente marcado, tristemente más que el suyo. Otro dato que llamó su atención fueron las piernas del chico, eran largas, también estaban ligeramente marcadas y tenían heridas por doquier, como si hubiese atravesado un campo de rosas.

-¿Po... porque aún no está vestido p... para desayunar? –intento sonar normal el albino desviando su mirada, después de todo desde el momento en que había entrado no le había quitado la vista de encima.

-Komui-san fue a buscarle ropa de su talla. Yo le he comprado algo de ropa y estos zapatos pero se niega a probárselos. –contestó Tiedoll.

Dicho eso el nuevo comenzó a mover las manos como loco haciendo toda clases de señas de negación entre otras que nadie comprendió. Luego de intentar razonar con el muchacho a cerca de probarse los zapatos, Allen y Tiedoll optaron por utilizar la fuerza bruta; intentaron capturarlo de todas las maneras posibles pero sin resultados, a pesar de estar herido era muy ágil para saltar de una cama a la otra. Lo peor de todo para el albino era el tener que sujetarlo estando aun medio desnudo. Cuando Tiedoll logró sujetarlo por los brazos Allen debió de tomar sus piernas, pero al momento de recordar que aún estaba en ropa interior no pudo evitar sonrojarse y colocó sus manos en su rostro para cubrirse dejándolo libre... otra vez.

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