❄Capítulo 11❄ "Traidor"

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Samuel.

Todo se quedó en silencio. Los habitantes (incluyéndonos) mirando hacia el horizonte, donde una parte de la Mansión Sarmiento estaba hecha pedazos. Estaba en llamas.

Miré a Marcela y ella estaba perpleja admirando la horrorosa escena. Podría apostar que por su mente pasaba lo mismo que en la mía: Elena ya no había logrado salir, pero tenemos que recuperar su cuerpo.

Corrimos a toda velocidad entre la poca multitud que quedaba. Todos celebraban. Nadie parecía asombrado porque alguien de fuera, inocente, haya muerto a manos de ellos.

Y mientras más nos acercamos, más escombros veía... Pero no veíamos ningún cuerpo tirado inconsciente. No había sangre. Sólo vimos una figura humana encapuchada, que corría con lentitud cargando a... ¿Una mujer? ¡Dios mío, podría ser Elena! Miré a Marcela, asintió y echamos a correr a toda velocidad hasta donde se encontraba el encapuchado.

Con sigilo, nos acercamos y pude ver el cabello de Elena moverse de lado a lado, mientras iba en brazos de ese sujeto. Fue entonces que Marcela dió un asombroso salto sobre el sujeto e hizo que éste se detuviera en seco. Lo rodeé y logré ver su cara. Era un Vamzorbedour. Él podía leer mi mente, así que no había necesidad de volver a mi forma humana.

«Suéltala ya, asqueroso traga almas.»

Vaya, que educado eres... Después de haber salvado a tu amada, ¿Me lo agradeces de esta manera, De Luque? No, no, esas no son maneras —respondió con cinísmo.

«No, no, no mientas más, sólo estás salvando a una persona y esa persona eres tú, Fénix. Siempre haces eso, logras escapar de una prisión con ayuda de alguien y te la llevas a tu pantano para chuparle la sangre y el alma.»

—«Entrega a la chica y podrás huir feliz. Sino, atente a las consecuencias.» —añadió Marcela con semblante serio.

—Si se las entrego, las cartas estarán en su contra. Los buscarán por esconder a una criminal, serán fugitivos. Por el contrario, si me la llevo y la mato, nadie reclamaría nada... ¡Hasta tendría una recompensa! —dijo con una sonrisa iluminando su rostro. Es evidente que todo lo que quería era aprovechar la ocasión.

«No voy a entregarla. Ya no. Prefiero morir en su lugar, a ser testigo de su muerte.»

—«Yo igual. No dejaré que mates a la chica.» —concordó Marcela a la defensiva. La miré y asintió. Gruñí.

Agarré vuelo y corrí lo más rápido que pude para después salir disparado hacia Fénix. Le dí un llegue por detrás, doblando sus rodillas y la desvanecida Elena salió disparada por los aires.

Marcela fue rápida y la atrapó en su lomo. Fénix gruñó con coraje y corrió hacia nosotros, pero no logró alcanzarnos, nosotros íbamos ya casi fuera de nuestro territorio para volver a la tierra de los mundanos.

Fénix no se daría por vencido hasta obtenerla, podía ver el vicio en sus ojos cuando se plantan sobre Elena. Podía ver el deseo de tener su alma.

«Debemos llevarla al mundo exterior y ocultarla. Debe haber espías por todas partes en este mismo instante, debemos cuidarla.» —comenté con Marcela.

«Pues apúrate, el tiempo se está terminando.» —apuró Marcela.

Corrimos de regreso a la entrada, donde Raynold y Tunder, al vernos, sacaron sus ballestas y nos apuntaron. Marcela se abalanzó sobre Raynold, mientras Tunder intentó quitarla de encima, pero lo mordió.

Entonces, la ballesta de Raynold se activó y le disparó a Elena. Se escuchó su grito agonizante por todo el bosque. El portal entre los mundanos y los del Bosque estaba abierto, no podía perder más tiempo, sino... Elena moriría desangrada.

Miré a Marcela por última vez, la cual asintió con firmeza, y me aventé hacia el Portal.

Si antes mi misión fue guiarla hacia su muerte, ahora esa misión se convirtió en mantenerla a salvo y no dejarla ir fuera de mi vida.

«Monstruo»  ~• Samuel De Luque •~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora