❄Capítulo 04❄ "Rarezas".

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Elena.

Después de un mes trabajando para la empresa, me sigo sintiendo extraña. En especial por las cosas que ocurren ahí. Esta vez, como Selma no tenía clases, me llevó al trabajo.

- Oye, Eli.

- Mande, chaparra.

- ¿Tu jefe está guapo? - casi escupo el yogur en el tablero del coche. Nada más a ella se le ocurre preguntar eso sobre Samuel. Pero, debo admitirlo, es atractivo.

- La verdad, es que si. Es bastante atractivo - admito con vergüenza y bajé la mirada.

- ¡Ay, cuera! Estás roja, Eli - dijo Selma con ternura y pude sentir como mi cara se ponía más caliente de lo que ya estaba.

- ¡Pues si, mujer! ¡¿Cómo no quieres que me ponga así?! Estás hablando de mi jefe - me defendí. Pude escuchar cómo se burlaba de mi reacción. - Uy, gracias por el apoyo, hermana.

- Ya sabes, por algo somos hermanas - respondió divertida, aún con su risa alocada. Y no pude evitar reír con ella. Ella todavía era una niña, aunque tenga veinte años, todavía lo es, al menos para mi si. Al entrar al estacionamiento de la empresa, ella aparca el coche en el cajón más cercano a la entrada. Tomé mi bolso, mi celular y justo cuando iba a abrir la puerta, Selma me detuvo. - No se te olvide ponerte perfume, chica - recordó.

- Oh, claro. Gracias - tomé el perfume y me puse en el cuello, en las muñecas y se lo devolví. - Bueno, ahora si. Ya me voy - avisé.

- Si, cuidate. ¡Suerte!

- Gracias.

Así de rápido como bajé del coche, entré al edificio y fui a registrar mi llegada. Después de ahí, fui a mi lugar, el cual ahora compartía con Marcela. Ella es una chica muy linda, muy amable y graciosa, pero algo extraño se trae con Samuel. Siempre que es la hora de la comida, Samuel y Marcela entran y salen con los brazos entrelazados, como si fueran pareja. Y bueno, yo, yo comía sola, en el puesto de tortas de la esquina.

- Hola Marcela, ¿Cómo estás? - saludé.

- Muy bien, gracias. ¿Y tú, Elena?

- Igual. Bueno, algo cansada, pues no he podido dormir bien - respondí mientras encendía mi computador para trabajar.

- Sabes, he escuchado que tomar un Té en la noche antes de dormir, ayuda a calmar las hormonas y te hace dormir. Deberías intentarlo - recomendó. No era mala idea, de verdad.

- ¡Que buena recomendación! La tomaré en cuenta para poder dormir bien. Gracias Marcela.

- Oh, de nada, linda. Pero, por favor, dime Marce, porque cuando me dicen Marcela, siento que me está hablando mi madre - dijo riendo.

- De acuerdo, Marce. Y tú puedes llamarme Eli, para no gastar saliva innecesaria - le devolví una sonrisa amistosa. Me cae bien. No sé porqué, pero la curiosidad de saber si ella era pareja de Samuel o no, me tenía comida la mente. No es de mi incumbencia, pero la curiosidad a veces me consume.


La hora de la comida ya había llegado y se me ocurrió la idea de decirle a Marce que me acompañe a las tortas de la esquina a comer.

- Oye, Marce.

- Mande.

- ¿Te parecería si vamos a comer al puesto de tortas que está en la esquina? Es que no me gustaría ir sola - ofrezco. Ella medita un poco la pregunta, pero veo que no fui muy convincente.

- Ay, Eli, de verdad me gustaría decir que si, pero es que voy a ir con Samuel. De igual manera, tú puedes venir con nosotros. Claro, sólo si gustas - ofreció apenada. Sinceramente no me gustaría ser mal tercio.

- No, estoy bien así. Pero muchas gracias por la oferta, de todas maneras - agradecí. Ella asintió y apagó sólo el monitor. Entonces, desvíe mi vista hacia arriba del escritorio de madera clara y pude ver a Samuel venir hacia nosotras. Devolví mi vista hacia el monitor y sonreí un poco.

- Hola Eli - me saludó sonriente.

- Hola Samuel - le devolví la sonrisa. Después volvió su mirada hacia Marce.

- Hola chiqui - ¿Me he quedado sorda o le acaba de decir chiqui ?

- Hola Samu. ¿Ya nos vamos?

- Por supuesto, pues a eso he venido. Supongo que ya estás lista para ir a comer.

- Claro - respondió Marce, quien agarró su teléfono y se puso de pie. Después se giró hacia mi. - Eli, que tengas un muy buen provecho.

- Gracias. Igual para ambos - dije con una sonrisa algo fingida. Después de eso, ambos se marcharon del edificio con los brazos entrelazados. Y yo salí al puesto de tortas a comer.



Al regresar, fui directamente a la oficina de De Luque, pues debía ir a recoger unos documentos de su lugar. Al entrar, un fresco olor a colonia de madera impregnaba mi olfato. Me acerqué al escritorio y justo cuando iba a tomar los papeles del escritorio, vi una servilleta con manchas rojas. Era... ¿Sangre? Oh por todos los Cielos, ¿Qué pasó aquí? Es cierto, cuando digo que está oficina me da mal rollo, va en serio. Las pinturas extrañas, la sangre y los cristales rotos que yacían en el suelo me daban mala espina. Tenía el pequeño impulso de salir gritando y corriendo de aquí, pero tal vez lo estaba malinterpretando todo. Aunque bueno, eso no quita lo raro del asunto. De inmediato agarré lo que ocupaba y cuando volteo atrás para caminar a la puerta, veo a Samuel de pie con la puerta abierta, quien me ve con los ojos llenos de sorpresa.

- Oh, Elena, no esperaba encontrarme contigo aquí, en mi oficina - expresa con sorpresa.

- Ah, este... Lo siento si parece imprudente el que yo esté aquí, pero sólo vine a recoger los documentos de la editorial Terranova - aclaré y él soltó un suspiro que pareció de alivio.
- Está bien...

- Si... Bueno, ya me retiro. No quiero interrumpir tu trabajo... - antes de que siquiera pudiera terminar de girar para salir, Samuel me detuvo por el brazo. Sentí como casi me paralizo en mi lugar. Me volví hacia él y lo miré a sus ojos cafés. Esa mirada me tenía intimidada desde el inicio.

- Bueno, Elena, perdona el atrevimiento de interrumpir tu trabajo de esta manera, pero me gustaría preguntarte algo - dijo algo nervioso. Asentí como concediendo permiso a su palabra. - Em, me gustaría saber si mañana por la noche podríamos salir a caminar un rato después del trabajo, para conocernos mejor. Espero no sea imprudente lo que estoy haciendo - ahora la sorprendida era yo. ¿Me estaba invitando a salir...?

- Bueno, antes de poder responder, me gustaría saber una cosa sobre ti.

- Lo que gustes.

- ¿Estás saliendo con Marcela? - me miró incrédulo. Después comenzó a reírse. No recuerdo haber contado un chiste, sinceramente. Traté de reír con él, pero no me nació hacer eso. Después de haber reído un poco, negó con la cabeza. De alguna manera, eso provocó un sentimiento de alivio dentro de mi. - Entonces, si. Si quiero salir contigo después del trabajo.

- Bueno, entonces ¿A las cinco paso por ti a tu casa?

- Oh, es que yo pensaba que sería a las siete de la noche o algo así, porque debo ayudarle a mi mamá a limpiar la casa - expliqué. Samuel se quedó pensando unos segundos y suspiró con pesadez.

- Bueno, entonces será a las siete. ¿Mañana paso por ti a tu casa? - asentí con una sonrisa.

Después de eso, seguí trabajando hasta las tres de la tarde, pues ese es mi horario de salida, y Selma me llevó a casa. Yo estaba ansiosa por la cita de mañana.


Holisss, cómo están? Espero que muy bien :3 Bueno, pues nada, sólo pasaba a saludar XD

Bueno, me voy para poder seguir con mi rutina. Chauuu :*

«Monstruo»  ~• Samuel De Luque •~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora