❄Capítulo 09❄ "Fredrick"

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Elena.

Caminaba por la acera del porche de casa de mi madre. No sabía qué pensar. Después de haber estado una noche en casa de Samuel, tratando de calmar mis sentimientos, me he quedado muda. Solamente quiero pensar que todo esto es una broma de mal gusto, o una pesadilla, si es posible.

Voy tan distraída que cuando cruzo la calle, un coche me golpea. Siento mi cuerpo estrellarse contra el vidrio del parabrisas. Me quedo sin fuerzas, con un dolor que me recorre toda la espalda, de arriba a abajo, de arriba a abajo.

Mi cuerpo cae débilmente al cemento. Veo a todas partes, pero sólo logro distinguir una figura de tez pálida con vestimenta negra.

Te tengo, hermosa, te tengo...

❄ • • • ❄

Samuel.

...¡Vuelve a convertirte en ese monstruo y mátame de una maldita vez...! — esa frase me rondaba la mente desde aquella noche. No podía pensar en otra cosa que no fuera su mirada de terror y su temerosa voz, pidiendo su muerte a gritos.

—¡Samuel! ¡Samuel! ¡Tengo noticias de Elena! —entró gritando Marcela con histeria, azotando la puerta.

—Pues, dime, ¡Ya! —le ordené, golpeando con un manotazo mi escritorio.

—La capturaron. Se adelantaron los planes, debemos irnos ya.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Quién la capturó? —pregunté con miedo de la respuesta.

—Se hartó de esperar y se adelantó. Fredrick la encontró.

Esas palabras me insertaron furia en el alma y dolor en el corazón. Sus frías manos ahora mismo están planeando la venganza contra mi princesa, la inocente, que ni siquiera tiene idea de lo valiosa que es, ni de dónde proviene realmente.

—¡Maldito sea el día en que naciste, Fredrick!

❄ • • • ❄

Oh, Qué resplandor hay en ti, bella Luna,
Que hoy te posas sobre mí.
Tú, nacida en la lobuna cuna,
Abre la puerta y ten piedad de mí.

Deja a nuestro ser,
Lejos de todo,
Libre en tu mundo correr,
Ahora, ¡Abre tu portal a tu modo!

Marcela y yo, después de llamar a nuestro pueblo para abrir la puertas, fuimos recibidos por dos Sátiros,  Raynold y Tunder.

—La paz sea con ustedes, licántropos —saluda Tunder con semblante serio.

—Aquí no hay paz alguna, Tunder. Bien deberías saberlo —aclaré con molestia. No podía creer lo que pasaba en estos momentos.

Sólo pasamos a Tunder y Raynold de largo. Me siento culpable, porque, a pesar de que debíamos traerla a nuestro mundo para cobrar los daños que su familia nos ocasionó, ella no tiene culpa de ello. Ni siquiera tiene idea de su descendencia.
Ella no debe pagar los platos rotos de su familia.

Avanzamos entre la aldea llena de sátiros y hombres lobo junto a sus familias, cuando me doy cuenta de que van todos en una marcha rumbo a la colina de la Mansión Sarmiento, una antigua construcción donde residen quienes vendrían siendo la "realeza" para nosotros. O sea, mi familia vive ahí. Y ahí, van todos a celebrar la captura del producto de nuestra caída... hace más de un siglo.

Conforme vamos avanzando, la gente lleva más coraje en los ojos. Pareciera que no de dan cuenta de la injusticia que están cometiendo.
No la quiero ver morir, no quiero ver cómo destruyen cada parte de su cuerpo con un hacha despiadadamente, con enojo, con dolor... con sed de venganza.

Corrimos entre la gente lo más rápido que pudimos, tratando de abrirnos paso fácilmente y llegar al lugar. Todos nos miraban. Nos miraban con frialdad. Como traidores, porque podían leer mi mente y saber que yo estaba a punto de salvarla.

La gente se dió cuenta y comenzó a cubrir el camino con antorchas y grandes hachas. El cuerpo me hervía. La temperatura aumentó con facilidad y el pelaje castaño oscuro comenzaba a salir de mi cuerpo. Marcela se encontraba igual. Nuestras extremidades de acortaron y nuestro tronco se alargó, tomando fuerza sobrehumana, tomando forma lobuna.

Ahora nos miraban con miedo, pero seguían atacando. Marcela y yo nos miramos.

—«Tenemos que correr lo más rápido que podamos... ¡No puedo perderla, Marcela!»

«¡Ya sé, ya sé! Tú sólo encargate de correr, yo te cubriré

Asentí con semblante serio y corrí entre la gente con más rapidez que nunca. De vez en cuando miraba atrás, sólo para asegurarme de que Marcela no saliera lastimada.

Creí haber sido lo bastante rápido como para detener aquella aniquilación... Pero a lo lejos, se escuchó una explosión.

Fue en el Mansión.

Tal vez... Ya no alcancé a salvarla...

«Monstruo»  ~• Samuel De Luque •~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora