Cinco días, cinco días habían pasado desde que me mudé a esta gran ciudad, Madrid, y ya me parecía una eternidad en este infierno. Haberme mudado desde Barcelona hasta tan lejos, fue un golpe duro. Dejar a mis amigos, y a todos esos recuerdos con ellos , por un sitio del que no conocía nada. Era demasiado.
Mi madre se quiso ir cuando conoció a su actual pareja, Daniel, mi padrastro. Mi padre había muerto 4 años atrás, aunque para mi era como si hubiese sucedido ayer mismo... Ya tengo 17 años, pero quería volver a ser aquella niña que se acurrucaba con su padre a ver películas de terror junto a la chimenea, sintiendo su protección, sintiendo su cariño.
Unos pasos interrumpieron mis pensamientos y alguien toca a la puerta de mi habitación.- Pasa.
- Hola Naomi.-Dijo mi hermana abriendo la puerta - ¿Estás bien? Te noto distraída.-Continua cuando hago un esfuerzo por mirarla.
Con una sonrisa forzada contesto -No, estoy bien Sandra, gracias.
Dándose cuenta de lo contrario, giró su cabeza mirando para otro lado, suspiró y cambió de tema. - ¿Estás lista para ir a hacer la compra?
- Sí, solo tendría que peinarme. - Hice una pausa y prosigo - Pero no entiendo por qué no puede ir mamá a hacer una estúpida compra.
Ella me miró, no estaba enfadada, pero parecía molesta : - Naomi, tienes que salir a hacer algo, y empezar a relacionarte. - Suspira otra vez y sigue - Además de que deberíamos ayudar a mamá más a menudo, te vendrá bien distraerte.
Tenía razón. Necesito salir, tomar aire libre y relajarme. Además me gustaba la idea de pasar más tiempo con Sandra. Asintiendo dije - Está bien, deja que me prepare.
Y esa fue la última frase de nuestra conversación. Cuando bajé las escaleras hasta la sala de estar, ella ya estaba lista - y dios - me daba envidia. Lucía unos simples vaqueros y sudadera y recogía su cabello moreno en una coleta. Sus ojos verdes brillaban a la luz, y esa sombra que se había puesto los resaltaba aún más. Aunque esta chica solo me llevase un año, parecía mucho más mujer, y menos niña. A pesar de que nos parecíamos, tanto en el cuerpo, como pelo y ojos, había algo que nos diferenciaba, supongo que sería la madurez. O también podría ser que yo aún tenía esos dichosos brackets, ese aparato infernal del que ella ya se había desecho el año pasado, yo lo haría mañana.
Montándonos en su coche, ella encendió el motor y susurró - Allá vamos.
A llegar al supermercado, aparcó maniobrando como una tonta. Enserio, aun hacía tres meses o menos desde que se había quitado el carnet, y la pobre andaba fatal.
Después del "meneito" rutinario después de cada aparcamiento de Sandra, entramos. Cogiendo la lista donde ponía todos los alimentos que había que comprar y un carrito, la seguí, y mientras yo nombraba las cosas, ella las iba cogiendo, y depositando en el carro.
Estando ya en la caja susurré : - Me cago en...
- ¿Qué pasa? - Contestó.
- Nos hemos olvidado la leche.
- ¿Te acuerdas de las patatillas y las galletas y no de la leche?
-Cállate anda. - Digo mientras me dirijo corriendo hacía el pasillo donde estaban los productos lácteos.
Estaba corriendo como una verdadera loca, sólo era leche, ni yo lo entendía; distrayéndome mirando a la gente que me señalaba y se reía de mi, me caí. Había tropezado con una chica que se fue conmigo al suelo por mi culpa.
Me levanté lo más rápido posible - Lo siento, lo siento, lo siento, ¿estás bien?
Mientras la chica se levantaba lentamente contestó - Sí ,no pasa nada, fue mi culpa, estaba distraída.- Vaya , creo que fue la única de todo el supermercado que no escuchó mis pasos de elefante corriendo por el pasillo, y no se estaba riendo por ello. Cuando por fin se puso mirando para mi, vi su rostro, y por dios, era guapísima. Era una chica aparentemente de mi edad, de pelo rubio, largo, dándole por más de los hombros, y unos ojos azules preciosos, que deslumbraban con el reflejo de la luz. No la conocía y ya me caía mal por su físico perfecto.- ¿Qué te hacía correr por un supermercado como una poseída? - Continuó con una sonrisa de labios amigable en su rostro. Si yo le hacía eso a mi hermana ya estaría gritándome y persiguiéndome.
ESTÁS LEYENDO
Mi punto débil
Teen FictionSergio dice que todo el mundo tiene algo, un punto débil con el cual nuestros enemigos podrían hundirnos. ¿Cuál es el tuyo?