Lunes, 25 de diciembre de 2006
(Palacio de Praga, Rep. Checa)
- Cinco... cuatro... tres... dos... uno...
¡Feliz Navidad!
Era la única frase que se escuchaba en el lujoso salón de baile en el palacio de Praga. Desde mi posición veía como todas las personas se abrazaban, estrechaban manos y se besaban, con esas hipócritas sonrisas dibujadas en sus rostros. Una vez al año se olvidan de esas jugadas sucias que se hacen en los negocios entre ellos, para juntarse en el sitio más caro y lujoso de Europa. Con la única finalidad de aparentar que todos se llevan bien.
¡No soporto ver tanta hipocresía junta!
Con astucia me había escapado de la compañía de mis padres en medio de la cena antes del brindis de la medianoche. Y ahora me encuentro viendo los fuegos artificiales que resplandecen en el cielo nocturno. Quizás, no ha sido una buena idea hacerlo. Ya que tengo tantas cosas que pensar sobre este año en Nueva York.
No siento nada por lo que me hizo Arantxa. Ese día enterré mis sentimientos bajo la nieve que me helaba el corazón. Solamente tengo fija la idea de cobrármelas con la misma moneda. La española debe creer que ganó. Cuando menos se lo espere, yo la tendré en mis manos lista para devolverle el favor más intereses.
Había pasado unos días en Moscú antes de venir aquí. Me reencontré con mis amigas de toda la vida y al instante saltaban sus comentarios de asombro.
- Mila, ¡¿qué te pasó?! Estás completamente distinta; como si fueses otra.
- Has crecido un par de años debido a la universidad.
Las razones por las que he tenido que madurar han sido otras muy diferentes que la universidad en sí. Me gusta que se note el cambio en mi personalidad, sin embargo, no me explayé en darle las razones de ese "cambio". Aunque todavía sigo con migajas de la Mila anterior. Sé que el año en Barcelona me ayudará a completar mi verdadera personalidad.
Sonrío, al pensar en el futuro que me espera, hacia las pocas estrellas que consigo observar en el cielo sobre los destellos de luces multicolores que explotan causando fuertes estallidos. Esperaría media hora para regresar adentro y saludar a algunos conocidos que tengo. No dejan de pertenecer al mundo frívolo del que vengo, pero igual necesito tener amigos influyentes que me servirán en un futuro.
Quizás, el costo-beneficio de cada persona es la mejor enseñanza que me dio la española. Así como ella me utilizó para jugar por diez meses – sigo sin saber que ganó exactamente con eso -, ahora yo sé mover mis piezas a mi conveniencia. Gracias a eso he aprendido a no malgastar mi tiempo en conocer personas que no tienen nada valioso que aportar a mi vida.
Sin embargo, aún no soy una especialista perfecta en descifrar todo lo que encierra cada persona
con una sola mirada, algo que Arantxa hacía a la perfección. Tengo bastante tiempo y ansias para
mejorar esa habilidad. En lo que sí me considero muy buena es en ponerme cualquier máscara.
Después de todo, aprendí de la mejor en saber ocultar lo que siento y acomodarme a la situación.
Mientras seguía en esta recapitulación mental, alguien más se había colado a mi perfecto y tranquilo espacio en el balcón.
Evité mirar hacia el intruso que ha roto el atractivo de esta noche. Seguramente es alguien que ya se pasó de copas y ha salido a la terraza para tomar aire fresco. Maldigo en mi mente y giro con ímpetu para largarme de este lugar que ha dejado de gustarme en un solo segundo.
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¿Jugamos? Domíname
RomanceUn corazón no destrozado, pero sí muy congelado. Lo único que necesitaba Mila era alejarse y qué mejor que pasar un año en Barcelona. Pero en una fiesta conocerá a Cartavio. Una chica muy segura de sí misma y llena de pasión. Una combinación explosi...