Capítulo 2

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Era primera hora de la mañana de un domingo caluroso y Sofía ya estaba poniendo cafés como loca en la barra del bar "Bienservido". A pesar de ser verano, en Madrid la gente madrugaba aún siendo domingo. Entre servir cafés y cobrarse las cuentas Sofía recordaba la noche anterior. Aquel chico era majete y divertido, se lo había pasado bien.

Mientras, Carlo no había pegado ojo. Al llegar a casa estuvo tumbado sobre su cama recordando cada momento que había pasado con Sofía, su cabello moreno ondulado, sus ojos negros profundos y sobre todo no podía olvidar el beso. Pero entre tanto bonito recuerdo le surgió una preocupación, no tenía su número de teléfono. En tal caso no le quedaba otra que buscarla en el bar donde trabajaba. Con este alivio calló rendido y se durmió con una sonrisa dibujada en la cara.

—¡Al fin mediodía! —le dijo Sofía al encargado de barra—. Estoy deseando de coger la cama y no levantarme hasta mañana.

Dicho esto se despidió de sus compañeros y salió pitando para casa.

Entraba la luz por todas partes de la habitación de Carlo cuando sonó el teléfono. Se levantó de golpe y descolgó:

—¡Hola mamá! Sí, todo muy bien por aquí y cómo ves el español cada vez mejor.

Su madre era española de nacimiento, de ahí le venía a Carlo la inquietud por mejorar su español. Cuando colgó el teléfono miró la hora. Las seis y media de la tarde. No se lo podía creer, había perdido casi todo el domingo durmiendo. En sus planes estaba volver a ver a Sofía, atreverse de una vez y pedirle de nuevo una cita. Se dijo para sí mismo "Vale Carlo, no hay tiempo que perder, me ducho , me arreglo y salgo presto a por Sofía".

Así lo hizo, se presentó a las ocho de la tarde bien guapo en la puerta del "Bienservido". En la mano llevaba una pequeña rosa blanca que había comprado de camino. Al entrar se topó con un camarero, buscó con la mirada a Sofía y no la encontró.

—¿Me puede decir si está la camarera Sofía? —preguntó al camarero.

—¡Uh! Cuánto admirador italiani. —Se burló el camarero—. Pues siento decirte que llegas tarde. Sofía ya "teminuti su turnutti".

Carlo bajó la mirada y se marchó por donde había venido, decepcionado.


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