Capítulo 7

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Camila POV.

Ahora mismo estoy en el auto de Lauren conduciendo hacía la casa de Verónica. Me dijo que Lucy se había ido del país. No comprendí bien la razón, pero supongo que Lauren me dará los detalles luego.

—Eh, Camz, es por ahí. —Lauren me iba apuntando las direcciones, porque la batería de mi celular había muerto y no podía ocupar el GPS.

Estuvimos en silencio por bastante tiempo, hasta que Lo puso la radio. Buscó una estación que funcionara, pero al parecer la señal estaba muerta en esta parte de la carretera.

—¿Te duele la pierna? —Le pregunté, mirándola por un segundo.

—No. —Por lo que me dijo antes, la casa de Vero estaba bastante lejos. Vi una gasolinera cerca, así que me estacionaré para comprar algo de comer.

—¿Tienes hambre? —Pregunté de nuevo.

—Un poco. Camila, estoy bien, no te preocupes. —Dijo ella, intentando calmarme. Me estacioné al lado de la tienda de la gasolinera. Suspiré. Estaba cansada. Creo que Lauren lo notó, porque luego tomó mi mano por unos segundos, y la apretó un poco. Esto me hizo sonreír inconscientemente. Sacando el hecho de que está borracha la mayoría del tiempo, cuando no lo está es muy agradable.

—Eh... —Me distraje unos segundos mirando a nuestras manos entrelazadas. —¿Qué quieres para comer?

—No lo sé. Tal vez unas papas fritas. —Se encogió de hombros y soltó mi mano, dejándome ir a la tienda.

Entré, haciendo que la campanita arriba de la puerta sonara. La cajera levantó la mirada, y después de mirarme de pies a cabeza, volvió a lo que hacía. El lugar estaba algo oscuro. Tenía unas luces tenues, que no lograban iluminar mucho. Paseé un poco por los pasillos y tomé una bolsa de papas. También tomé unos dulces de plátano que me encantaban. Me dirigí a la caja para pagar, pero la chica no me hacía caso.

—Eh, buenas tardes. —Saludé para llamar su atención. Ella levantó la vista y me miró. Se sentó correctamente en la silla y me saludó. Hizo pasar las cosas por la caja una por una.

—¿Algo más, señorita? —Miré alrededor. Mis ojos se posaron en una máquina de café.

—Un café expresso. —Le sonreí. Ella se levantó, y luego de unos minutos, mi café estaba listo. Le pagué a la chica, me despedí y me fui al auto.

—Traje tus papas. —Me senté y le entregué la bolsa. Me dio las gracias, y buscó algo en su bolso. Me extendió la mano, y me ofreció tres billetes. —¿Qué?

—Por las papas. —Sonrió, pero me negué.

—Lo, fueron sólo dos dólares, no me lo tienes que devolver. En serio. —Aparté su mano. Ella se encogió de hombros.

—Bueno... Gracias, en ese caso. —Abrió su bolsa de papas y comió casi toda la bolsa en un par de minutos. Noté que antes me había mentido. Si tenía hambre.

Me tomé mi café lentamente. Al terminármelo, dejé el vaso plástico en el espacio para vasos. Saqué mis dulces y me comí uno.

—¿Qué son esos? —Preguntó ella, mirando al envoltorio de los caramelos.

—Dulces con sabor a plátano. —Dije con simpleza. No eran mucho más que simples dulces, pero al comerlos me tranquilizaba un poco. Siempre solía comerlos cuando era pequeña.

—Yo le digo banana. —Lauren me corrigió.

—Yo le digo plátano. —Reí.

—Bueno, plátano también. —Ella se rindió. —¿Partimos ya? Falta poco para la casa de Vero.

—Bueno. —Encendí el auto y me puse a conducir.

Estuvimos un rato escuchando la radio, hasta que apareció una canción de una pequeña boyband llamada The Vamps y la apagamos. Nunca me agradaron mucho. Tal vez porque Lauren me contó que cuando era más pequeña estaba obsesionada con ellos. Por favor, ¡el cantante tiene cara de niña!

Oh, tal vez por eso le gustaban.

—Y... —Lauren habló de repente. —¿Recordaste algo de ayer?

—No, nada aún. —Le mentí de nuevo, mirándola solo por un segundo, para volver la vista al camino. La verdad, hoy recordé algo mientras dormía, pero no le quise decir. Ojalá no recuerde lo del beso en el sofá. Las dos íbamos muy tomadas ayer, así que tal vez ella no lo recuerde.

—Bueno... —Volvió la vista al frente.

—¿Y tu si?

Ella se quedó pensando por un rato.

—Si, la verdad... —Vi como bajó la vista. —Camila, dime la verdad, ¿no recuerdas?

—No. —Negué. Le mentí de nuevo. —¿Qué pasó? —Me estacioné en una esquina de la carretera, para que pudiéramos hablar tranquilas.

Se quitó el cinturón de seguridad y me miro. Dio un hondo suspiro y me "contó" lo sucedido.

—Me besaste ayer. —No levantaba la cabeza. Estábamos avergonzadas. La verdad no recuerdo por qué la besé. La vez anterior que Austin me hizo eso, no quería ni mirar a alguien a los ojos, y esta vez hasta besé a mi amiga. Qué cosas, ¿no?

—Oh... —Miré por la ventana. Estábamos muy incómodas. Ninguna habló por un rato. —Ya lo sabía.

—¿Por qué lo hiciste? —Me miró, tal vez algo molesta por haberle mentido.

—¿Por qué correspondiste? —Le devolví la pregunta, pero al segundo me arrepentí. Vi como se sonrojaba y se tapaba la cara con el gorro de su chaqueta.

—Como sea, estaba desesperada. —Auch, eso hirió mi orgullo.

—Y yo borracha. —Me encogí de hombros.

—Bueno, yo estaba desesperada y borracha. —Lauren bromeó, haciendo énfasis en el "y".

—¿Hacemos como que nunca sucedió?

—¿Eso quieres hacer? —Lauren le preguntó. —Es decir, se te va a hacer difícil olvidar mis increíbles habilidades para besar. —Quiso bromear para calmar un poco el ambiente, pero sólo logró que Camila se sonrojara más. —Bueno, pero con una condición.

—¿Cuál? —Camila pregunto, haciendo sonreír a la ojiverde.

—Dame un último beso.

if i die young; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora