Capítulo 4

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Cerré la regadera y tome dos toallas para envolver mi cuerpo en una y mi cabello con otra. Le puse "stop" a la música, me vestí y camine a mi recamara, la cual era muy sencilla a mi parecer, cama matrimonial, paredes color perla pero una estaba pintada para dibujar con gis, un buro color café, un pequeño closet del mismo color y uno que otro cuadro –obviamente pintados por mí- en la habitación. Me senté en mi cama para maquillarme un poco y que no fuese evidente que la noche anterior había tenido una alocada pero gratificante noche de copas.

Al terminar tome mi celular, busque un contacto y marque. Espera a que contestaran, al quinto lo hicieron.

— ¿Alo? —se escuchó al otro lado de la línea.

— ¿Amandla? —pregunte.

— Sí, ¿Quién es? —cuestiono dudosa.

— Soy Sofí, Amandla. La amiga la cual abandonas en el bar por un chico y te olvidas de ella, sin ni siquiera preocuparte si estoy bien o para avisarme a mí que estas bien. —le dije disgustada.

— ¡Sofí, Oh rayos como lo siento! Te iba a marcar pero se me olvido...

— Pero no se te olvida cogerte al tipo ese. —le interrumpo.

— ¡Por dios Sofí! Es que está súper bueno. Además no entiendo que te quejas, no es como si estuvieras sola, tienes a Marcus solo para ti. —dice sugerente a lo que yo hago una cara de desagrado a pesar de que se no me ve.

— Marcus es mi amigo Amand, casi mi hermano. —le contesto con ironía. Era algo obvio.

— Si, aja. —responde sarcásticamente.

— Bueno, ya, solo te hablaba pasa saber cómo estabas, si no te habían robado o secuestrado, que a mi si me importas.

— Estoy bien, muuuuy bien...—dice con voz libidinosa.

— Asquerosa. —digo jugando.

— Envidiosa.

— Un poco perra. —admito, a lo que ella suelta una carcajada.

Amaba tanto a Amandla, era mi amiga desde secundaria. Era una persona alegre, fugas, directa y siempre sabía que quería, a causa de ello lo obtenía. Había estudiado derecho, era perfecto para ella, que le encantaba alegar con las personas y que siempre seguía sus ideologías. Era una mujer muy atractiva y hermosa para ella era difícil no conseguir a alguien que la acompañara en sus "noches de estudio"

— Yo también te amo. —me dijo. — Tengo que dejarte amiga estoy un poco... ocupada.

— Ya lo creo. Adiós. —me despedí y colgué.

Como todavía faltaba para que Marcus llegase por mí, me puse a dibujar en mi block. Empecé haciendo garabatos sin lógica, que poco a poco se fueron convirtiendo en un rostro, el rostro de un hombre, ojos con una mirada penetrante, barbilla afilada, nariz perfecta, cabello alborotado, labios besables, y con una barba apenas notable, mi lápiz se movía ágilmente por toda la hoja formando la cara de un extraño, por alguna razón no podía dejar de pensar en ese bello rostro y hasta este momento había sido consiente de ello, yo lo había visto tal vez en alguna parte pero no recordaba en donde, cuando el dibujo empezaba a tener mucho más sentido, observe detenidamente, lo conocía pero no identificaba quien era, solo sabía que causaba algo en mí que no podía describir...

Tocaron a la puerta sacándome de mi concentración, deje el retrato de aquel desconocido en mi cama y fui a abrir. Era Marcus que había llegado por mí. Camine a la puerta y ahí se encontraba él con su imborrable sonrisa amable e iba bien vestido, como era común en él.

La Rosa Escarlata [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora