Capítulo II

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     Sky pasó el día completo en su habitación, una que otra vez salía a ver cómo iban las cosas con su abuela o al baño, se durmió a las cero horas y comenzó a soñar: Ella estaba en su antigua casa, estaba sentada frente a una gran puerta de madera rústica, era la entrada de la habitación del señor Walter; su abuelo; se pone de pie, abre aquella puerta y entra rápidamente, al entrar nota que algo cae de la pared por el golpe que dio al cerrar, era un colgante, este tenía grabada la frase "lealtad es amor y así yo elijo amar", estaba a punto de abrirlo cuando el abuelo de Sky entra por esa puerta y ella sólo atina a soltar el collar, "no deberías tocar cosas que no te pertenecen, cielito" se escuchó salir de la boca del señor Jones. Salió corriendo y juró nunca más volver a entrar en ese lugar.

     Sky despertó asustada, era la misma frase y el mismo colgante que encontró tirado en la puerta hacia el patio trasero. No sabía si eso realmente había sucedido o si era una consecuencia por pensar mucho sobre aquello, lo único que sabía era que todo era muy extraño.

     Miró el reloj, eran las diez con veinte minutos, ¡joder! Su abuela se iba a las once en punto según lo que le escuchó a su madre decir, se vistió en menos de diez minutos, camiseta blanca holgada, jeans azules un poco ajustados y cortos, y unas zapatillas blancas y en otros 2 minutos se peinó con una cola de caballo suelta, su cabello café desordenado caía desde el moño y un pequeño mechón que colgaba al lado derecho de su cara. Tomó un bolso de mano de cuero pequeño, guardó su móvil y corrió escaleras abajo.

     -Pensé que no me irías a dejar, cielito –dijo la señora Nancy.

     -¿Cómo dejaría que se vaya sin acompañarla al terminal? –respondió Sky como si fuera algo obvio.

     -Pues tu mamá quería que me vaya sola, hasta me había dado la dirección y las indicaciones para llegar –rió sarcásticamente –no me imagino a mí caminando por esta ciudad sola y más encima preguntando persona por persona direcciones a gente desconocida –Sky rió con ella.

     -En mi defensa, hoy me tocaba trabajar –respondió Gloria. 

     -Mamá, hoy es domingo.

     -¿Y? Hubo un choque múltiple en la carretera y tenía que hacer la autopsia de al menos uno de los fallecidos.

     -¿Y ahora? –preguntó curiosa.

     -Pues los cuerpos irán al congelador, me tendrán que esperar un día más, por lo menos de ahí no se van a mover –rieron.

     La mamá de Sky, Gloria, tomó la maleta de la abuela, y salió arrastrándola con las rueditas, Nancy salió última y cerró la puerta. Caminaron por al menos 8 cuadras hasta llegar al terminal de buses, a los pocos minutos llegó el bus, se despidieron y la abuela se subió, ellas dos dieron media vuelta y se volvieron a la casa.

     -Saldré a dar una vuelta, para despejar mi cabeza –avisó Sky a su madre, ella asintió sin decir nada.

     Salió así mismo, ni siquiera alcanzó a dejar su bolso en la casa, decidió ir a caminar a la costanera, caminaba lentamente, como contando cada paso que daba, al llegar a la costa se sentó en la arena, observando el muelle en el que su abuelo zarpó por última vez hace 1 año y medio. De repente su cabeza comenzó a llenarse de voces, sí, voces, eran muchísimas voces que estaban a punto de volver loca a Sky. No había gente en la playa, solamente un hombre, un pescador solitario.

     Eso le dolía, realmente no podía más, comenzó a gritar y retorcerse, de repente miró al pescador, le llegó un cuchillo lanzado justo en la espalda, las voces se callaron de una vez, él comenzó a derretirse, sí, derretirse. Sky no creía lo que estaba viendo, empezó a gritar como loca, acababa de presenciar un homicidio, un muy extraño homicidio.

Cielo míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora