Louis se preguntaba si había hecho bien en colocar ese mantel, no estaba seguro de que ese color fuera el adecuado. Hace unos días, cuando lo compró le llamó la atención pero ahora había cambiado totalmente de opinión al verlo sobre la mesa colocado.
No sabía muy bien por qué se encontraba nervioso, pero le sudaban las manos. No era como para estarlo, solo había invitado a James a cenar. No era una cita, a él no le interesaba el chico para algo más que no fuera una simple amistad. No es como si dos amigos de trabajo no pudieran quedar para compartir una cena.
Había tardado poco tiempo en prepararse, desistió en arreglar su pelo, nunca lograba ponerlo a su gusto. La ropa que utilizaba tampoco había sido elegida con precisión ni mucho menos, no era nada informal pero tampoco algo con lo que diera otro mensaje que el que no quería dar.
En pocos minutos transcurridos de la cena había notado que James era un hombre realmente dulce y amable. Segundo hijo de tres hermanos, de Bélgica, que había estudiado economía para seguir con la empresa familiar de su padre, pero al no llenarle aquello había decidido a su temprana edad mudarse a Reino Unido como un acto de locura.
A medida que pasaba el tiempo ambos habían notado como la tensión había desaparecido por completo y notaban como las palabras salían con fluidez en la conversación creando una sensación agradable.
-¿Y tú?.- preguntó una vez que dejaron de reír tras la anécdota de como su hermano un día le llenó las sábanas de spaguetti como venganza.- ¿Tienes hermanos?
Louis calmó un poco su carcajada mientras limpiaba una pequeña lágrima que le había provocado el reírse tanto.
-Pues si.- sonreía al recordar.- Una hermana pequeña.
-No me hace falta preguntar si es hermosa o no, sólo con verte...
Un sonrojo apareció en su cara casi al instante, bajó su mirada al plato pues en ese momento jugar con sus cubiertos se había vuelto su pasatiempos favorito.
-...es decir, tus ojos...- el castaño se sentía morir, nunca se acostumbraría a que le hicieran cumplidos.
Estaba a punto de pedir que se callara pues sentía tanta vergüenza que podría desmayarse en ese instante, pero no pudo ya que el sonido del timbre de la casa hizo que desviaran toda su atención y el silencio reinara entre ambos durante unas milésimas de segundo. Sus miradas conectaron.
-¿Esperas a alguien?.- preguntó extrañado al ver que la hora pasaba de la medianoche
-No, realmente.- se levantaba dejando la servilleta a uno de los lados y se dirigía a la entrada para ver quien llamaba con tanto empeño.
-¿Quieres que vaya yo?.- había sujetado el antebrazo del pequeño antes de que se marchara.- A estas horas no sabes con qué te puedes encontrar.
Le regaló una dulce sonrisa.
-No hace falta, de verdad. Miraré por la mirilla antes de abrir.
Sin embargo cuando Louis llegó a la puerta y miró por la mirilla no logró ver absolutamente nada, todo estaba negro como si alguien hubiera colocado el dedo en la lente de la mirilla desde la parte exterior. No lo pensó demasiado al abrir la puerta.
-Hey, gatito.- podría distinguir aquella voz en cualquier lado, en cualquier lugar.
El castaño se sorprendió alzando levemente sus cejas y echando una mirada nerviosa hacia el interior de la casa.
-¿Qué haces aquí?.- soltó seco.
-¿Así saludas a tus ligues?.- sonrió.- ¿Ya no puedo hacerle una visita a mi vecino?
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Controlled || l.s.
Fanfiction¿Te imaginas tu vida siendo controlada por otra persona?