II

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Sin llegar a darse cuenta los días pasaron rápidamente para Louis. Todo este mes atrás había sido bastante tranquilo y el ojiazul agradecía eso. Le costó un tiempo acostumbrarse a su nueva vida solo, pero poco a poco se iba haciendo a la idea de que ya no vivía con sus padres y que ahora al final del día al llegar del trabajo solo se encontraba una casa vacía que en ocasiones le hacía sentirse solitario. Hasta incluso había pensado en la idea de adoptar alguna mascota para que la llegada no fuera tan triste siempre.

Muchos de sus vecinos pasaron a darle la bienvenida en ocasiones. Todos eran muy amables y simpáticos, Louis era afortunado de vivir en un barrio lleno de gente tan buena y bondadosas con él. Se había encariñado con una anciana que vivía dos casas más abajo de él, Muriel. El día que se conocieron la mujer le trajo un pastel de chocolate al más pequeño y a pesar de que tuvieron una larga discusión en la que Louis la intentó explicar su hiperglucemia la anciana insistió hasta convencerlo de que se lo quedara, aunque en ningún momento lo llegó a tocar.

Aún así, en todos esos días no había vuelto a ver a Harry desde entonces y aunque no quisiera el castaño se sentía intrigado sobre el paradero de aquel misterioso chico vestido de negro. Por las mañanas no lo veía salir por el correo, no iba a trabajar, ni tampoco lo había visto salir o entrar de su casa nunca. No es que Louis hubiera estado pendiente de él, solo era mera curiosidad por su bienestar.

Su nuevo trabajo era muy ajetreado y a penas tenía tiempo de pensar en otras cosas en su horario laboral pero a cambio había conocido a un chico genial que era su compañero de turno en la oficina. Se llamaba James y había sido atento y considerado con Louis desde el primer día que entró a trabajar, orientándolo en todos los sentidos. Era mucho más alto que él y tenía un color de cabello rubio ceniza que hacía destacar sus ojos azules. Lo que es un chico perfecto.

-¿Te falta mucho?.- preguntó el joven apoyando sus brazos en la mesa del escritorio, racargándose en él. Justo en frente se encontraba Louis enfrente del ordenador rematando el último trabajo que les habían encomendado realizar, demasiado concentrado en ello como para poder haber escuchado lo que James le había dicho.-¿Louis?

-¿Qué?.- dió un respingo ante la mano del rubio apoyada en uno de sus hombros haciendo que saliera al instante de sus cavilaciones.-Perdona James, no te escuché...

La risa del joven contagió a Louis que sonrió ante su perfecta sonrisa.

-Ya es tarde.- dijo ya calmado.- Deberíamos volver, el trabajo puede esperar al menos hasta mañana, ¿no crees?

Un suspiro desbocado salió de sus labios mientras frotaba sus ojos.

-Si.- miró el reloj de su muñeca fugazmente.- Debo darme prisa si no quiero perder el autobús.

-Espera.- demandó el rubio analizando mejor a Louis.- ¿No tienes carnet? No pensaba que eras tan joven.

-Ni yo que te las dabas de maduro.- se burló levantándose de la silla, descolgándo su chaqueta de ella y colocándosela en un rápido movimiento.-Basta James, no me impresionan ese tipo de chicos.- dijo irónico.

Rió y metió sus manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros mientras negaba con la cabeza.

-Oh, rompes mi corazón.-siguió el juego.-¿Y si me ofrezco a llevarte casa... te impresionaría?

La expresión de Louis cambió en el mismo momento, sorprendido.

-No quiero ser una molestia, de verdad James yo...

-No lo eres, venga.- sacó las llaves y las agitó para que las viera

-Está bien.- mordió su labio, aún no muy seguro.

Ambos se montaron en el land rover negro de James. El transcurso del viaje fue muy ameno, lleno de chistes malos y preguntas intentando conocerse un poco mejor. En muy poco tiempo se habían vuelto muy cercanos y a Louis le agradaba pasar tiempo con él.

-En serio Louis aún no me lo puedo creer.- decía entre carcajadas James mientras salían del coche.

-¡Oye, no tiene nada de malo!.- protestó.-¡Hora de aventuras es la mejor serie del mundo!

-Si, si tienes cinco años.- atacó.

-Ideal para tu edad mental.- sonrió el ojiazul victorioso.

-Touché moreno.

Ambos rieron, estaban separados por unos cuantos pasos y el silencio se hizo presente. Louis en el asfalto mirando al frente donde James en la carretera estaba enfrente del parachoques de su preciado coche. Se sonrieron. Louis comenzaba a ponerse nervioso y dirigió su mirada al suelo.

-Oye Louis.- cortó el silencio incomodo.- Había pensado en si algún día de estos te apetecería no sé, después del trabajo,  ir a...

El joven no pudo terminar la frase porque un coche a gran velocidad se dirigía en su dirección. No le dió tiempo a reaccionar, apoyó las manos en la guantera y esperó el golpe. Pero nunca llegó.

Al abrir los ojos el parachoques del lunático que casi lo atropella estaba a centímetros de sus rodillas. Exhaló y llevó su mano a su pecho intentando calmar sus nervios, sentía que el corazón se le saldría por la boca. Al lado Louis había gritado su nombre también esperando lo peor, tapando su boca con la mano derecha mientras sus ojos se agrandaban ante el susto. Realmente pensaba que lo iban a atropellar en frente de sus narices.

-¡Imbécil!.- gritó James al volver a la realidad de lo que le rodeaba y recuperaba del susto.- ¿¡Estás loco o qué te pasa?!.- pegó una patada demasiado fuerte al coche consiguiendo que se abollara ligeramente.

El sujeto salió del coche, y aunque ya casi había pasado un mes desde la última vez que lo vió no le cabía duda de que era Harry. Bajó elegantemente del auto y rodeo el coche encarando a James con lo que parecía ser una cínica sonrisa.

-¿Qué me has llamado, rubio de bote?.- dijo con la voz mucho más ronca que lo normal.

-Imbécil.- repitió, ambos separados por pocos centímetros como fieras a punto de saltar a por su presa.-¿Te lo escribo?.- añadió con tono irónico.

Llegó el turno de poner fin a aquello y Louis se metió entremedias de los dos separándolos.

-Basta Harry.- posó la mano en uno de sus pectorales y el rizado se le quedó observando atónitamente.

-¿Lo conoces?.- dijo James.

Asintió clavando su mirada en el verde esmeralda.

-Ha sido un accidente, ni si quiera le he visto. No tiene por qué golpear el coche, no es como si fuera para tanto.- respondió sin dejar de mirar directamente al ojiazul.

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Controlled || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora