VII

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Louis miró por la ventana como acto instintivo, el cielo estaba precioso aquel día. Los rayos de sol iluminaban la calle y se podía percibir un tenue olor a flores en el ambiente.

Suspiró a la vez que se miraba en el espejo por quinta vez en la mañana. La sudadera adidas negra le quedaba ligeramente holgada y la mallas de deporte se pegaban a su cuerpo como si acariciaran sus torneadas piernas. Pasó su mano lentamente por la tela, algo inseguro por si esa pieza de ropa le hacia lucir bien o no.

 Pasó su mano lentamente por la tela, algo inseguro por si esa pieza de ropa le hacia lucir bien o no

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Sacudió su cabeza intentando borrar esos pensamientos, no es que le importara cómo se ve en mallas. No le importaba en absoluto.

Se había propuesto hacer deporte y lo iba a cumplir. Y por ello ahí estaba, frente al espejo preparado con sus zapatillas y ropa de deporte. Correría por el barrio algo menos de media hora y después volvería para una relajante ducha. Sí, sonaba del todo bien.

Salió de su casa con tranquilidad, bajando los escalones del porche y disfrutando un poco los rayos del sol en su rostro. Sin poder evitarlo de reojo miró la casa de su derecha, de su vecino, del cual no había sabido absolutamente nada en tres semanas. Todo se veía tranquilo, ninguna de las piezas de aquella casa había desaparecido o habían sido cambiadas de lugar. El rizado no era un apasionado de la decoración.

Un ruido metálico logró captar su atención. La puerta del garaje de Harry que se encontraba a pocos pasos de la suya estaba abierta. Dentro se podía ver un coche negro bastante bonito para la opinión de Louis. El capó de este estaba levantado y sujeto por un pequeña varilla negra a uno de los lados. El castaño no sabía mucho de coche pero deducía que debían de estar arreglando o mirando el motor.

Pero eso no fue definitivamente lo que le llamó la atención si no la espalda desnuda que había justo al lado, ligeramente inclinado y con las manos hurgando por el interior de esa gran máquina.

Louis realmente deseó ser ese coche

Y se pegó mentalmente por ello, también.

El rizado se dió la vuelta, tenía el ceño levemente fruncido concentrado en lo que hacía, secó el poco sudor que le bajaba por la frente. Tenía el cabello húmedo y pequeñas gotitas se distribuían por el pecho cincelado que poseía. Cogió la botella de agua que estaba apoyada en el suelo muy cerca de él y vertió una pequeña cantidad en su mano para después pasarla por la parte posterior de su cuello y refrescarse.

joder

No podía haberle tocado un vecino calvo, gordo y desagradable. No, el universo había decidido mandarle un Dios griego que atentaba ante su cordura y que le obligaba a dejar atrás la persona que antes fue, reservada y paciente en el amor. Tierno, dulce y algo tímido. Inocente...

¿Qué era eso cuando tenías a semejante hombre en frente de tu casa todos los días?

Su mandíbula marcada era un pecado, sus ojos verdes te invitaban a perderte en el bosque más inhóspito jamás pisado y cuando lo sonreía de esa manera que solo él sabía con unos hoyuelos marcados a los lados a Louis le daban ganas de sucumbir ante él, de arrodillarse y que hiciera lo que quiera, que le hiciera lo que quiera.

Controlled || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora