VI: Disculpas.

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Los ojos de color turquesa se abrieron entonces cuando sintió volver su conciencia y cuando pensó en todo cuanto había pasado. Miró su alrededor.

Estaba en su casa... en ropa interior... y era de noche.

—¿Qué sucedió? —se cuestionó mirando sus manos.

En eso la puerta de su habitación se abrió y pasó una preocupada Adeline al cuarto.

—¡Oh, mi niño! —exclamó la mujer cuando vio despierto a su hijo —¡Al fin has despertado! —y se lanzó a abrazarlo.

—Mamá —murmuró el pelirrojo recibiendo el abrazo —, ¿qué ocurrió?

La castaña se separó de él y lo miró preocupada.

—¿No lo recuerdas? —preguntó extrañada.

—No —negó Nathaniel —, ¿por qué?

—Porque casi te mueres —Susurró Adeline preocupada —. Aquella criatura horrorosa te seguía como si fueras algo indispensable para él. Si no fuera por Chat Noir que te trajo aquí yo no...

—¡¿Chat Noir estuvo aquí?! —exclamó el pelirrojo con las mejillas sonrojadas.

—Sí —asintió su madre —, me ayudó a desvestirte y luego te dejó aquí durmiendo tranquilo. Que bueno que un héroe sea gentil con toda la gente. Me pregunto si saldrá con alguien.

Nathaniel bufó.

—Creeme, parece ser un gato de una sola noche —gruñó —. Por cierto que mañana debemos volver a la mansión Agreste para terminar la pintura.

—Oh, príncipe —sonrió la mujer —, ¡pero si la pintura está quedando perfecta! Algún día serás un gran ilustrador, y harás cómics. ¡Hasta podrías trabajar para Disney!

Nathaniel rió.

—Bueno, gracias por el apoyo —sonrió volviéndola a abrazar.

Ahora debía de pensar en la semana que le esperaba...

—————– • ❀ • –—————

Todo un fin de semana había pasado y era hora de volver a clases, Nath bufó. ¡La vida se le escapaba en aquel recinto!

Con soltura caminó hacia su asiento detrás de Ivan (su “muro”) y dejó su bolso con total aburrimiento.

¡Lunes! Canturreó su mente con sarcasmo.

—Hola Nath —saludó Juleka acercándose a él.

—Hola Juls —devolvió el saludo mirando a la chica con una sonrisa.

Con la única que se llevaba totalmente bien era con Juleka. Y precisamente porque ambos compartían una afición. Juls escribía, Nathaniel dibujaba; en más de una ocasión se habían encontrado enfrascados en una compleja charla sobre personajes de ficción.

—¿Cómo te sientes? —cuestionó la chica sentándose en el banco —. El viernes parecía que “Ochistitel'” quería destrozarte vivo.

—¿Eh? ¿Ochisti... qué? —preguntó confundido el pelirrojo.

—Ochistitel' —pronunció a la perfección el ruso acercándose al banco —. Tengo que hablar contigo “son” —y miró a Juleka —, a solas.

La morena miró al pelirrojo con preocupación.

—Estaré bien —prometió Nath —. Busca a Rose, seguro que ya habrá llegado.

Mi secreto (Adrinath) |Finalizada| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora