XII: El fin de una etapa.

4.4K 435 178
                                    

El viento acarició suavemente los cabellos rojos. París se teñía de dorado gracias al final del día, cuando el sol se despedía del medio mundo y pasaba a despertar al otro medio.

Un paisaje bellísimo se formó en la blanca habitación. Nathaniel sintió entre sueños el calor casi invisible de los últimos rayos.

Entre sueños comenzó a dibujar un paisaje. Los arboles en media primavera tiñéndose de amarillo ante el sol, las nubes de suave tono rosa, naranja y rojo. Y hasta deseó incluir en su bello paisaje a cierto rubio de orbes verdes mirándolo de frente, ignorando la belleza detrás de él y solo mirando a un objetivo fijo...

Nathaniel...

Cuanto deseaba volver a dibujar. Sus manos inquietas pedían a gritos tomar un lápiz y dibujar algo; aunque sea una pequeña flor...

—Nath, despierta.

Un paisaje o un rostro. Un sol como los que dibujaban los niños en primaria.

—Abre tus ojos, por favor...

O quizá, con gran simpleza, dibujar dos lindos ojos grandes. Tomar todos sus lapices de color verde y pintarlos con aquel color que se había vuelto su favorito. Y no, no eran verde claro o verde oscuro, no, eran color verde Adrien.

Su cuerpo se removió incómodo. Y, pesadamente, abrió lentamente sus ojos.

Entonces, ante su perezosa mirada, un Adrien bañado por los últimos rayos de sol como un sueño se acercó a él hasta casi rozar sus narices y le sonrió cerrando los ojos.

—Bienvenido, Nathaniel.

—————– • ❀ • –—————

Con la suavidad de una gacela patinó hasta el centro de la fría pista de hielo.

Había pasado una semana al lado del pelirrojo, rogándole a quien sea que este en los cielos que lo salvara, saltándose comidas y besando los fríos nudillos del pelirrojo. Y todo... todo para ser rechazado.

Cada palabra, cada gesto, cada pequeño temblor, permanecía intacto en la mente del rubio ceniza.

—P-Perdoname Andrei...

La música sonó llenando sus oídos. Comenzó un suave deslizar.

—... yo he decidido que quiero para mi vida y... a ti solo te veo como un amigo...

Furia, enfado, ¡celos!

¡¿Qué tenía Agreste que él no?!

—... n-no te enfades. Es solo que... mi corazón...

Tu corazón, ¡tu corazón!

¡¿Y que había del suyo?!

Lastimado y dolido. No tenía un corazón de roca, y Nathaniel no lo entendía.

Un lutz. Un salto perfecto. La poca gente en la pista giró a verlo.

—... te quiero mucho Andrei, lo sabes, ¿no?

Ah, claro. Por supuesto que lo quería, ¡como amigo! ¡Solo como un amigo!

—¡Mami, parece llorar! —chilló una niña emocionada de ver la inusual coreografía.

—No... —suspiró la madre con lágrimas en los ojos —parece llamar al mismo Dios con desesperación.

—... siempre serás especial para mí, Andrei...

Las cámaras lo enfocaban pacientemente, el momento en el que él acabase ya se encontraría en YouTube.

—¿Qué hace un patinador profesional aquí? —preguntó un muchacho.

Mi secreto (Adrinath) |Finalizada| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora