Los pesares de la guerra

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Cuando Bava vio que se encontraba en un cuarto oscuro muy callado, no escuchaba ningún sonido que pueda correr por el viento, cruzaba las paredes de aquel sótano inmundo, el olor a muerte nunca faltaba, en un lugar en donde el simple hecho de saber que uno seguía vivo era una tortura masiva, se dio cuenta de que el plan que habría de recabar junto a los demás caudillos kuduakanos, estaba haciéndose una total basura, y empezó a pensar que el tiempo recabado para poder organizarlo, habría de ser tiempo desperdiciado, Bava estaba muy decepcionada, más que asustada, no lo podía creer, tanto tiempo para nada, Bava no lo podía pensar, y tendría una idea para poder hacer que el plan que se hizo anteriormente en la cueva, se hiciera realidad, estaba muy cerca de conseguir ese objetivo, más de lo que ella creía. De repente, Bava empezó a escuchar varias pisadas que se dirigían a ella, empezaba a asustarse, pero luego pensó que podían ser las pisadas del mismo Iván Gustav, y tomó tal posibilidad como una señal de que aún tendría oportunidad alguna para poder ejercer su venganza, y no solo la suya, sino la de muchos que habrían de pasar por sus manos, así que empezó a levantarse del suelo:

—"me imagino que en las noches la gente se duerme, ¿y si tú también lo haces para prepararte para el último día, para ya jamás verme?"—Escuchó Bava detrás de ella.

Así que sacó de su bolsillo trasero un puñal que tenía, justo para el momento en el que ella podía hacer su parte del plan. Cuando detrás de su hombro izquierdo escucha:

—"Ve a dormir para prepararte para el último día, para ya jamás verme". —

Bava se volteó de manera rápida para poder enterrarle el cuchillo en el pecho, pero cuando volteó, Iván ya se había esfumado del cuarto en el que estaba, pero como no se podía ver nada de lo que se encontraba en el cuarto, ella gritó:

—"¡que viva la tierra kuduakana, y que la tierra kuduakana sea de los kuduakanos y no de los tiranos extranjeros!". —

Y empezó a lanzar zarpazos a todas partes, estaba esperando el momento en el que su puñal pudiera penetrar en el duro, frío y negro corazón de aquel hombre que habría de comenzar una guerra contra toda aquella persona que pisara "el kanato de Nóvgorod", por miedo a que le hicieran algo al cadáver de Astana Brida Zarévich, o como ya se había revelado, Astana Brida Gustav, Ivanovna, que quiere decir hija de Iván, nieta de Vichkovna, pero al no poder encontrarlo, decidió cesar y quedarse quieta, pensó que si se detenía, Iván iría tras ella para poder enterrarle el cuchillo por cualquier parte de su cuerpo, así que ella correría por todo el cuarto para poder escuchar sus pasos y adivinar en dónde estaba. Cuando Bava empezó a correr por todo el cuarto, empezó a dudar que Iván estuviese en aquel cuarto, no escuchaba sus pasos persiguiéndola, la intriga la empezaba a recorrer, no sabía que pasaba, cuando de pronto, en menos de un segundo, Bava termina en el suelo, es ahí en donde Iván la levanta diciéndole:

— "Tú y yo sabemos algo que no deberíamos de saber, así que guarda silencio, no emitas palabra alguna que hable acerca de eso."—

Y en ese momento, prende las luces del cuarto, resultó que estaban en otro cuarto, en donde él los había encontrado, la primera vez que había llegado al parque, en el cuarto de limpieza, esas personas que él vería en medio de las sombras, y a través de las ventanas, él vería por primera vez a los kuduakanos por primera vez ahí, y al saber que era perseguido, a tal punto en que podían ir al cuarto de torturas, movió sus cosas, incluyendo el ataúd de Astana y el de Akken Pekka, y dejando el cadáver de Aleksandr Virshkoch colgando:

—"¿qué es lo que me quieren hacer?". —Dijo Iván

—"lo que te mereces, esta tierra nos pertenece a nosotros, no a ti, nosotros llegamos primero, y por ende, nosotros deberíamos quedarnos aquí". —

La pesadilla de BrestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora