Capítulo 18.

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- ¿Tienes sueños eróticos conmigo? – dijo él iniciando lo que sería una penosa conversación. Su pregunta había hecho que mi corazón se acelerara y el corazón se me pusiera rígido.

- ¿Qué?

- Sí. – dijo con diversión en su voz. Para él ya era costumbre divertirse conmigo. – Hablas cuando estás dormida. – Intento explicar mientras yo lo miraba con los ojos abiertos como platos por la impresión. – En las tres horas que estuviste dormida gemías mi nombre y murmurabas algo como "Mhh... más, justo así..."

- Si, si. Lo entiendo. – dije empezando a sentir como mis mejillas empezaban a arder. Oh por dios, este hombre nunca paraba. Mis palabras habían hecho que él se riera. Maldita sea, le causaba gracia mientras yo estaba que me moría de la vergüenza. – No lo puedo creer.

- Te he descubierto. – dijo y se rio a carcajadas. Pero que divertido. – No sabía que...

- Ya cállate. – Hable con vergüenza aún mientras el reía. - ¿Podrías darme un aventón? – dije cuando vi que estábamos cerca.

- Claro que sí.

- Necesito unas cosas que tengo en mi casa, así que, ¿podrías llevarme hasta allí?

(*)

Cuando Justin y yo entramos a la casa la sorpresa nos llenó a los dos por completo. El interior de esta estaba completamente destruido. Nada estaba en su lugar, era como si hubiera entrado un torbellino a destruirlo todo por completo.

Mis ojos se abrieron mucho más cuando caminé hacía la cocina y vi unos pequeñitos pero a la vez alarmantes charcos de sangre en el piso. El pánico invadió mi mente.

¿Qué era lo que había pasado aquí?

Escuche que Justin hacía una llamada lejos de mí, tal vez para que no escuchara su conversación. Debía ser muy serio. Él no me había querido contar algo, pero sabía que el también estaba sorprendido con lo que acabábamos de ver.

- ¿Cómo están ellas tres? – alcancé a escuchar. Estaba preguntando por ellas. Él no sabía que había pasado. Me acerqué a él para escuchar bien, la verdad poco importaba que él quisiera mantenerlo en secreto. – Entiendo. Si, lo sé. Protégelas así te cueste la vida. Te aviso luego.

Su mirada se posó en mí después de colgar la llamada. Sabía que la preocupación me estaba comiendo y por su mirada yo sabía que todo no estaba bien.

(*)

- Ellas están bien. – dijo Justin para tranquilizarme. Yo al instante solté un suspiro de alivio que había estado guardando todo el camino hasta su casa. – Sólo han tenido un par de inconvenientes antes de trasladarse, pero nada ha pasado a mayores. Mis hombres no lo permitieron.

- ¿Inconvenientes?

- Los hombres de Brian han venido por ellas y les han dado trabajo para salir, pero todo está bien.

- Corren más peligro de lo que pensaba entonces. – de inmediato mis ojos se llenaron de lagrimas.

- Lo siento demasiado ________________. Se supone que esto no debería estar pasando, con lo que te prometí...

- No te preocupes, esto no es culpa tuya.

(*)

El día siguiente lo pasé todo en la cama después de ir a visitar a mi madre y a mis hermanas en compañía de Justin. El había dicho que no dejaría que corriera el mismo peligro que corrí, así que no había tenido más remedio que dejarlo ir conmigo. A mi madre le había caído bien, pero ella sabía a lo que se dedicaba y sabía también que era peligroso para mí, así que no faltó su consejo. ¿Pero la verdad quien era ella? Ella no era como una madre. Yo la amaba, pero sabía que ella nunca cambiaria de nuevo.

Princess of the mafia. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora