•Capítulo 15• Un simple 3 por un 8 (Kaitlyn)

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Cada parte de mi cuerpo gritaba que no subiera a ese auto, no conocía en nada a ese chico, sería mejor encontrar a Stormy.

—No subiré a el auto contigo —dije fría.

—¿Segura? —su mirada si que intimidaba.

—No necesito chofer, gracias —me mantuve firme.

—¿Pues entonces quién te llevará? Pareces un perrito asustado, no encajas aquí, ¿lo notaste?

¿Con qué no encajo aquí?

—Entonces supongo que tendré que adaptarme —lo miré algo desafiante.

Desarmé mi coleta y el pelo me cayó sobre los hombros, lo acomodé con desdén. Me giré y subí un poco mis jeans haciendo que se aprieten a mi trasero (más, si era posible). Lo miré otra vez, no quitaba sus ojos de mi cuerpo. Tomé mi blusa corta por la parte de arriba e hice un gesto obsceno apretando mis tetas (si es que había algo de eso allí). Estaba embobado.

Terminé con toda la farsa.

—¿Ahora encajo? —asintió sin dejar de morderse el labio. Suspiré frustrada—, Que asco me das tu y todas las que hacen el mismo show para acostarse con un maldito sexista como tu —escupí con todas mis ganas.

—Así que eso es lo que piensas... haré que cambies de opinión, princesa, no lo dudes.

¿No existía un chico normal en la tierra? Le di la espalda y comencé a caminar hacia la salida más cercana. Buscaría un taxi.

Me siguió con el auto. Frené de la nada.

—¿Qué tengo que hacer para que desaparezcas? —suspiré mirándolo.

—Dame tu número y me iré —basilé—, vamos, no te cuesta nada.

Se lo dicté y lo anotó. El auto fue tragado por la noche, por fin se había ido, pero con el número equivocado.



El trabajo fue ligero, la piscina estaba repleta de gente grande y niños a los que vigilar pero todo bajo control. Gabriel se acercó a pedirme perdón (otra vez) y me dijo que odiaba estar así conmigo. Se ganó mi ignoración, pobre chico. Salí temprano, a eso de las siete de la tarde, lo que me dió el tiempo perfecto para ir a casa de Stormy caminando. Al llegar al enorme porche, toqué timbre.

—¡Hola, chica! —mi sonrisa se ensanchó. No existía Stormy Vanderholl sin la palabra "chica" en su vocabulario.

Subimos las escaleras hasta su gran habitación.

—Vamos, adelantate al santuario
—dijo mientras rebuscaba algo en los cajones de su escritorio.

Así le deciamos a su closet, todo lo que una chica quisiera, definitivamente se encontraba allí.

—¿Tania vendrá? —pregunté curiosa mientras husmeaba en el closet los fabulosos vestidos.

—No no no no —negó con la cabeza al asomarse por la puerta del santuario—, la tendremos que pasar a buscar. ¡Deja de dar vueltas, chica! No tenemos mucho tiempo.

—¿De quién dijiste que era la fiesta?

—Como si lo supiera —tomó un vestido color negro y me lo tiró—. Este te irá estupendo, corre.

Me cambié en un santiamén mientras se calentaba la buclera. En cuanto estuve lista, Stormy me maquilló (solo mascara y labial bordó) y formó algunos rulos en mi lacio cabello. Ella llevaba un top de encaje simple con un short negro de cuero y unos zapatos altísimos.

Cuando Tania estaba con nosotras supimos que la fiesta había empezado. La música del auto se encontraba al máximo mientras Tania gritaba la letra y bailábamos de un lado al otro.

La casa era pintoresca, la puerta estaba abierta, por lo que entramos sin dudar. Saludé a algunos conocidos de la escuela y fui a bailar. La música invadía mis oídos mientras me dejaba llevar por el ritmo. Stormy me acercó un shot de algo que olía a alcohol etílico.

—Es tuyo chica, fondo —noté que ya tenía unas copas encima.

Tomé hasta la última gota cuando divisé a Venus caminando hacia nosotras.

—¡Hey Venus! —dije sonriendo.

—Hola Kait —dijo feliz—, ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tu?

—Bien —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Estás sola? —asintió— Oh ven, quedate con nosotras —dije señalando a Stormy—. No sé si te acuerdas de ella, es Stormy.

—Oh... hola Stormy —sonrió y mi amiga se avalanzó a darle un abrazo.

Nos entretuvimos jugando y apostando por licores hasta que econtramos a Tania.

—¡Hey! —digo tomándola por los hombros, esta chica no resistía una gota más de alcohol— ¿Dónde haz estado?

—En el baño —tropieza con sus propias palabras al hablar. Se acerca a mi oído—, con Derek Lawley.

—¿Derek? ¿El pelirrojo?

—No sssstupida —rió—, Derek el morochochocho.

Comenzó a bailar al ritmo de su "chochocho" mientras yo me reía. Hace rato no salía así con mis amigas, era algo bastante tranquilo pero te divertías.

Mi celular sonó, la pantalla mostraba un número que no tenía agendado. Pensar que podría ser una urgencia me hizo contestar.

—¿Hola? —Stormy apareció ahora con una botella de tequila y me la estampó en la boca, tomé un sorbo y la alejé con la mano mientras le hacia señas diciendo que me esperara porque iba a hablar por teléfono. Continué—, ¿quién habla?

—Hey, princesa, ¿con que un número equivocado, eh? Hubieras tenido más agallas si cambiabas más que un simple 3 por un 8. Eres demasiado predecible, amor.

Mierda. Mierda, mierda, mierda. Colgué.

—¿Quién era? —preguntó Stormy.

—Número equivocado —sonreí y la distraje—, ¿de donde sacaste el tequila, amiga mía?

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