Diario de una gótica (Libro 3):
Nicky se acaba de mudar a Milán, tiene toda su vida planeada y nada ni nadie podrá evitar que alcance sus objetivos, aunque claro, siempre habrá un piedra por el camino.
Y la suya es Darel, su vecino de cabellos dorad...
Me despierto con un dolor de cabeza increíble, miro dónde estoy y me tranquilizo al reconocer mi habitación, por un momento pensé que había acabado en ma habitación de algún zumbado.
Justo cuando voy a seguir durmiendo, no vejiga hace acto de presencia y cuando me dispongo a levantarme me doy cuenta por fin de que no estoy sola en la cama, de modo que al darme la vuelta muy lentamente, me encuentro con la cara de un Darel durmiente.
-Joder, joder, joder -Decía una y otra vez mientras miraba hacia mi cuerpo y luego levantaba la manta para comprobar que estaba vestida.
Uf, llevo el pijama pero... ¿quién me lo ha puesto? Recuerdo que llevaba mis pantalones de cuero y mi camiseta de calaveras cuando llegué a casa.
-No hicimos nada de lo que estás pensando, jamás me aprovecharía de una chica borracha y por cierto fui yo quien te cambió de ropa cuando caíste K.O en la cama después de pegarte la cogorza de tu vida -Me dijo Darel con voz adormilada mientras me retenía aún en sus brazos.
-¿En serio? Y... ¿Dije....dije...Dije algo que no debía? -Le pregunté con temor mientras lo miraba por encima del hombro.
-¿Te refieres a que te casarás conmigo y que estás ansiosa por tener hijos conmigo? Si no recuerdo mal, tu idea es tener un niño y una niña pero que si salían gemelos querías que fueran dos niñas o dos niños -Me dijo Darel abriendo los ojos para mirarme con el ceño fruncido.
-¿¡Qué!? -Le pregunté mientras por fin conseguía liberarme de sus brazos y pude salir de la cama como si me quemase con solo tocarla.
-Sí, después de que intentarás meterme mano varias veces, por cierto, me dijiste todo eso -Me dijo Darel sentándose en el centro de la cama.
-¿¡Que yo qué!?.... -Le dije asustada pero al ver que él me miraba de forma burlona entendí que se estaba mofando de mi.
De modo que cogí una almohada y le pegué con ella en la cara mientras que Darel cogía otra y empezábamos una guerra de almohadas juntos.
-Eres un gilipollas -Le dije mientras le golpeaba una y otra vez mientras reía.
Pero de repente cuando le iba a golpear por segunda vez, Darel me arrebató la almohada y me tumbo en el centro de la cama para a continuación besarme con desenfreno.
Y yo pues... Yo le seguí el beso, de todos modos de esto va nuestra relación ¿no? Amigos con derecho a roce que han hecho una apuesta en la cual el perdedor tendrá que hacer lo que el ganador quiera.
-Eres hermosa, no entiendo como ese imbécil pudo engañarte -Me dijo Darel deteniendo el beso para mirarme a los ojos y acariciar mi mejilla con ternura.
-No hablemos de él -Dije yo haciéndonos girar para quedar yo encima de él.
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