Primera Carta | Verde

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"Querido, Adrien. 

El mundo cambia cuando las miradas se encuentran" 

  

He logrado descifrar códigos recónditos en un viejo libro.

He logrado descifrar la solución que conllevaría a un agraciado desenlace.

He logrado descifrar con totalidad que pertenezco a la clase de personas que se deja llevar por los sentimientos en muchos sentidos. Incorporando el afloramiento de emociones... por alguien más.

Sin lugar a dudas, no serviría un preciado físico que presumir o joyas pesadas y centelleantes que portar. La carga de lo material en cierta parte era inútil puesto a que no debemos enamorarnos de los objetos, sino de las personas; de sus intenciones, manías, sueños y secretos; el mosaico de lo que son por como aman.

Superficialidades eran nulas para conquistar a alguien como yo, por lo que, por mucho tiempo jamás experimente un trascendente amor colegial. Las corrientes eléctricas; subidas y bajadas que correteaban por el cuerpo; el revoloteo de las mariposas en el estómago; la alegría infinita que provocaba una presencia, una sencilla sonrisa; el flaqueo breve de las piernas al escucharlo pronunciar mi nombre...

No ocurría con los demás chicos, y empezó a suceder en cuanto él demostró ser más que una cara bonita.

Bajo el cielo nublado y heladas gotas de lluvia hallé esa faceta, aunque desafortunadamente no a la profundidad esperada. Sólo la suficiente que arrancaría de mis ojos la mentira que estaba viviendo.

Cargaba alojado en su pecho colores. Mucho más que expresarle al corrupto mundo que habitamos. Él lo sabía lo suficiente, pero no fue capaz de hacerlo sin una máscara.

Como civil era un cliché, o debería corregir mis palabras... lo continúa siendo. Poco dejándose predominar por fuerzas que le inducen a ser único entre los demás.

Por otro lado de la vida, su alter-ego se identifica más distinto. Deslumbra imponente e imparable. Un romántico sin remedio con mi otro yo, el indicado compañero que me encontró en la bifurcación de un camino que el destino simplemente escogió para ambos.

Civil o héroe, no importa; lo primero que vi fue verde, y aquel color quedo atrapado en las paredes de mi mente. Mis ojos aún pueden captar y rebobinar ambos momentos en cámara lenta.

«Primer estallido»: Verde fue lo que me disgusto al pensar que colocaba en marcha un plan burlón e infantil en mi contra. Aliado a la superficial rubia que aclamaba ser su confidente desde años pasados.

Aun puedo regresar las diminutas manecillas del tiempo y, cielos, mi cerebro se percata de lo ingenuos que somos. Adolescentes poco experimentados que creen tener el conocimiento suficiente como para decir «Esa es la verdad».

Si detengo el tiempo en el momento exacto me veo a mí, la torpe chica que desde su punto de vista cree ciegamente en el refrán "una imagen dice más que mil palabras". Veo a esa torpe e inocente que por inercia se confió en creer en algo que veía, pero dándole al momento miles de significados errados.

Ahora la vergüenza me rodea dejándome sin salidas aparentes. Mis emociones se encogen a un grado de timidez ínclita al percatarme de que no me permití conocer la verdad: conocer al chico de cabellos de oro del cual todo el mundo hablaba. Negar que fue mi culpa podría ser blasfemia. El orgullo era recio y mis actitudes eran sus esclavas.

Si tomo las manecillas, y regreso al presente, lo confirmo; La oportunidad perdida me la obsequio él sin consentimiento. Bajo la lluvia, sellando amabilidad con gesto y un paraguas. 

Debo admitir que fue uno de los momentos más dulces que he sentido en mi vida.

Justo como el azúcar, suave y efímera cuando se deshace en la boca. Obtuve una prueba, luego, siendo adolescente ingenua o quizás como cualquier humana, desee más.

En efecto, verde fue el matiz que provocó curiosidad en mi mente. Pero el «segundo estallido» fue una distinta circunstancia que aun alcanza a conmoverme.

Puedo cerrar mis parpados e imaginar sus peculiares ojos gatunos. Las situaciones giraban drásticamente. Ninguno se percataba de la identidad del otro, así que irónicamente nos conocimos de nuevo, empezando con un simpático accidente de héroes primerizos.

No trató de cambiar. Sin falta de certidumbre, ahora sé que siempre se conservó como él mismo, no importaba la confianza que le concedía la máscara. Yo sólo estaba cegada.

Pensé en verde cuando lo vi.

Verde me desagrado a primera vista. Verde trajo armonía en temporadas de lluvia. Verde depositó sutiles besos de calma en mi mente cuando acontecían momentos desesperados de guerra contra villanos que jamás se rendían.

Y verde... sigue siendo el primer color que pienso en las mañanas.

Colores [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora