Capítulo 23.

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Noa.

De nuevo me encontraba aislada en la misma habitación en la cual me habían cautivado muchas semanas atrás. Ahora las ventanas contenían un cierre con candado, que si no tenías la llave, te podrías quedar allí por el resto de tus días. Estaba sentada en la esquina de la cama, mientras miraba mis dedos temblorosos, todavía sin analizar lo sucedido antes. Había dejado que la mataran. No es que había dejado, él la había matado. Mi corazón en ese momento se rompió de tal forma, que no podía ni llorar. Me sentía como un robot, sin sentimientos. No me salían las lágrimas ya que, no me quedaban. En lo único en lo que podía pensar, era en Caden. Seguramente desde siempre, el había estado metido de un modo u otro en todo, pero, ¿a que se debe todo esto? ¿Por qué a alargado tanto la situación para que llegara esto? Sabía que después de esto, si salía de esta, escaparía, me iría a la otra punta del país si hiciera falta, solamente para alejarme de esto, para alejarme de él. Tocaron a la puerta dos veces. Miré rápidamente a ella, paralizada. No sabía si abrir o quedarme quieta hasta que alguien entrará. Tenía miedo de que me podía encontrar fuera. ¿Y si venían a matarme? ¿O si era Rubén? No quería ni lo más mínimo verle en estos momentos, no después de lo que a pasado. Me pregunto cómo le habrá sentado el acabar con la vida de una persona, ¿sintió lo mismo que sentí yo? ¿Mató por amor, o por compromiso? Dudaba si era la primera vez que acababa con la vida de alguien, después de todo lo que a pasado, no me sorprendería.

Cuando abrieron la puerta, me levante rápidamente quedando en el borde de la cama, con las manos detrás de la espalda, esperando lo peor. Un chico con pelo negro y ojos azules se asomó por el marco de la puerta, tenía a alguien detrás.

—Alguien quiere hablar contigo. —dijo.

Un chico de pelo rubio y alto entró en la habitación detrás de el. Me quedé mirándolo un rato, intentando deducir quien era, pero no me salía nada.

—Diez minutos. —dijo el otro chico, y salió rápidamente de la habitación, dejándome a solas con el.

Me volví a sentar en la cama, esperando a que hablara. No sabía quién era, ni de que me conocía, pero si tenía que hablar conmigo de algo, estaba dispuesta a escuchar.

—Se que no me conoces. Me llamo Alex, soy un conocido de Caden.

Su voz me sonaba considerablemente familiar a pesar que no le había visto en mi vida. Tenía el ceño fruncido mientras observaba cómo cogía una silla y se colocaba en frente mía.

—¿Que quieres?

Mi voz sonaba rara, ya que, horas antes me había quedado medio afónica después de tanto gritar y llorar por lo de Amanda, al recordarlo, me entraron ganas de llorar y de mandarle a la mierda.

—Se que no es buen momento para hablarte de esto, pero, a estas alturas, creo que ya es hora de que por lo menos, sepas porque a pasado todo esto.

Le miré seria analizando sus palabras. ¿Acaso el sabía el por qué? Mi pensamiento de mandarle a la mierda cambio al escuchar esas palabras las cuales me transmitían sinceridad, sabía que nada de lo que me iba a decir sería algo bueno, pero después de tanto tiempo no quería, necesitaba el por qué, y el me lo podía dar.

—Por favor.

—Intentaré ser breve. —me dijo, mientras se acomodaba en su silla, manteniendo la espalda recta y la mirada seria, como si lo que estuviera a punto de confesar, no fuera nada bueno. —Caden trabaja aquí desde hace dos años, aproximadamente. Los dos nos metimos a la vez en este sitio, yo, por escasez de dinero, y el por lo mismo, éramos dos chicos de calle que no teníamos nada. Este sitio al principio solamente se dedicaba a robarles a ricos, funcionaros, banqueros, solamente se dedicaban a eso, no había muertes de por medio —suspiró— Pero la cosa fue a peor. El jefe de todo esto, murió de un ataque al corazón y todo lo heredó su hijo, Adam. Después del entierro de este, Adam cambio todo el sistema, y convirtió todo esto en un antro de sicarios. Les pedía que, por una cantidad de dinero, tenias que matar a una persona rica, o con grandes cantidades de dinero, robárselo y entregárselo, para que el después te lo recompensara con lo que tú pedieses. Mujeres, dinero, casas, yates... lo que quisieras, él te lo daba todo. Después de eso, todo esto se convirtió en un negocio y más personas querían trabajar para él. A la vez que el se beneficiaba, muchos de sus hombres acababan muertos o en la cárcel, pero a el, le daba igual. Caden y yo entramos unos meses después de que el hijo lo heredara todo. Ninguno de los dos queríamos matar a nadie, pero a falta de dinero, prometimos hacer cualquier cosa que nos pidieran si así podíamos vivir bien. —poco a poco sus palabras iban cobrando sentido, a la vez que recordaba todo lo sucedido, sus palabras encajaban a la perfección con todo lo que estaba pasando, y tenía miedo de que continuase. —Si, matamos a personas. No muchas, pero lo hicimos. Cada vez que nos mandaban matar a alguien, nuestra empatía disminuía hasta tal punto que pensábamos que solo era mero trabajo, y que esto se acabaría. Conseguimos suficiente dinero como para comprarnos una casa cada uno. Semanas después, yo me fui de aquí, cansado de acabar con vidas de gente inocente para beneficiarme a mi, y mucho menos hubiera seguido ahí sabiendo que también se beneficiaba el. Yo ya tenía todo lo que necesitaba, pero Caden se quedó. —me costaba analizar cada vez más sus palabras, tenía miedo de que continuase, tenía miedo de verdad. —El me prometió que solo uno más, una persona más, y se iría, y así fue, porque la última persona la cual le mandaron, eras tú. —mi corazón se paralizó. —El jefe al enterarse de que tu padre había muerto y todo había sido heredado a ti, le pidió a Caden que se encargará de ti, que te matara en menos de una semana, y le prometió que le daría todo lo que él quisiera, una buena vida, como el siempre había deseado. Y desde ahí, todo se complicó. Caden se enamoró de ti, y cada día se le hacía más difícil la idea de acabar con tu vida. Me acuerdo que me decía, que si te mataba, algo de el también moriría, y que ya nada tendría de nuevo sentido. No quería ni el dinero ni la casa, lo único que quería era estar contigo, y eso al jefe no le gustó. Caden oponía resistencia, diciendo que no te mataría, y que no lo haría ni por todo el dinero del mundo. Aun que lo intentara, no lo hizo. Muchas de las ocasiones en las cuales habéis estado juntos, Noa, a intentado matarte, pero no a tenido el valor suficiente para hacerlo. ¿Te acuerdas esa vez que dos chicos os intentaron atacar y Caden acabó en el hospital? Fue él quien los llamó, pensaba que, si llamaba a alguien para ayudarle, se le hacía menos doloroso, pero no lo consiguió, de eso ya lo sabes bien. —soltó una risa sarcástica y cogió aire para seguir hablando. Sentía todos mis tripas removerse y las ganas de gritar y de llorar volvieron. Intentaba que ninguna lagrima saliera de mis ojos inconscientemente, pero, si no lo hacía, sabía que me desmayaría en ese mismo instante. —Adam al enterarse de que el no cumplía su palabra, llamó a varios de sus hombres para matarte a ti, y después a el, ya que estaba cansado de la situación y quería acabar con eso cuento antes. Pero de un modo u otro, Caden lo impedía, o tú misma lo hacías. Se que has matado a varios de aquí Noa. —tragué saliva, nerviosa. —Y Caden también lo a hecho. Al enterarse de tus moretones y de todo lo que te había ocurrido por culpa de ellos, vino hasta aquí, y mató al jefe. Caden estaba dispuesto a matarte, lo estaba de verdad, porque sabía que este sería su último caso, y prometió hacerlo lo mejor posible para poder ser alguien en la vida, pero, no fue así. No todo lo que se propone se consigue, y e aquí un gran ejemplo. Noa, se que es difícil analizar todo esto para ti, pero, sabía que Caden no tendría el valor a contártelo, y me daba pena ver en la situación en la que estabas sin saber el porque, me parecía injusto. No sabía que esto iba a llegar tan lejos, ni Caden, ni tú, ni nadie. Pero las cosas pasan por algo, y sé que después de esto, elegirás la decisión adecuada que te ayude a salir de esta. Se que puede ser dolorosa, pero es la correcta, no sé si me entiendes.

Asentí. Sentí mi piel congelarse, mi corazón latía tan rápido que sentía mi pecho acalorarse. Le miré, con lágrimas en los ojos amenazando salir. Sabía que lo sentía de verdad, pero eso ya, no importaba. No sabía cómo iba a seguir después de esto. Ya no sabía ni que pensar de Caden. Sollocé, me cubrí el rostro con las manos, mientras sentía mis manos húmedas a causa de las lágrimas. No podía dejar de llorar, y sabía que hasta que el no se fuera, no podría calmarme, necesitaba estar sola, lo necesitaba si quería poder ahondar esto con tranquilidad, pero sabía que iba a ser imposible. La puerta se abrió, indicando que se había acabado nuestra conversación.

—Ya sabes lo que hacer. —me dijo apoyando su mano en mi espalda a modo de consolación, no tuve valor de mirarle a la cara, así que solamente me limité a asentir.

Salió rápidamente de la habitación dejándome de nuevo sola, sin saber qué hacer, que pensar. Ahora mismo lo único que quería hacer era dormir y no despertar nunca. Esperaba que todo esto fuera un sueño, que Caden no existía y que nada de esto existía. Todo cobró sentido en mi cabeza, pero, a pesar de saber la verdad, me sentía engañada, manipulada.

¿Que iba a pasar a partir de ahora? ¿Que es lo que iba a hacer?

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