Parte 4

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La consumación de nuestro "delito" nos llevó tres largas, agónicas e interminables semanas, y echando la vista atrás no puedo acabar de creerme todo lo que pasó en apenas 20 días.

La declaración de "abandono" de Murka inició lo que los papeles tildaban de "procedimiento burocrático de emergencia" y menos de 48 horas después de que ella procesara lo que a mi parecer era una simple formalidad para avisar de que volvía a casa, dos funcionarios orcos se personaron allí para esclarecer el asunto.

No podía parecerme más cínico: a nadie le habían preocupado todos aquellos años de convivencia infeliz, pero en cuanto ambas habían decidido de mutuo acuerdo seguir con sus vidas, de repente su situación era una cuestión de suma importancia.

Los dos funcionarios no perdieron el tiempo: casi antes de que Naith tuviera tiempo de explicarme qué estaba pasando ya los teníamos metidos en la oficina.

Sí, Kros-gul cumplió sobradamente con lo que nos había prometido (¿"Adorable par de tortolitos"? Si no lo hubiera oído con mis propios oídos juro que jamás hubiera creído que él pudiera decir algo así sobre nadie, y mucho menos sobre nosotras), pero al parecer aquello era casi una formalidad. Según la ley, como tuvieron a bien de explicarnos, los funcionarios estaban en su derecho de recabar "evidencia suficiente" de que efectivamente éramos una pareja, o más concretamente, que existía entre nosotras aquel misterioso Lok'amon.

Como consecuencia tuvimos a aquellos dos funcionarios pegados a nosotras como un chicle en el zapato durante las dos semanas siguientes, observándonos. Oh, sí, fueron increíblemente silenciosos, e imagino que calificarlos de discretos estaría justificado... si cada uno de ellos no midiera más de dos metros de altura y tuviera la envergadura de un armario empotrado, claro está.

Para bien o para mal, aunque evidentemente nuestro jefe tuvo mucho que ver en esto, fueron dos semanas plagadas de trabajo para nosotras. Tres proyectos nuevos, urgentes y absolutamente absorbentes nos habían caído encima justo la tarde anterior como por arte de ensalmo, obligándonos a trabajar en la más estrecha colaboración que jamás habíamos tenido hasta entonces.

No estoy segura de si Kros-gul pretendía poner a prueba mi particular definición de "relación de pareja" o si sencillamente pensó que así seríamos más naturales de cara a la galería, pero lo cierto es que no nos dejó tiempo ni de pensarlo. A fuerza de poder cumplir los plazos, casi no había momento en la oficina que no estuviéramos juntas, y Naith no tuvo más remedio que quedarse a dormir en casa la mitad de las noches para poder estirar la jornada hasta altas horas de la madrugada.

Francamente, no sé si realmente parecíamos una pareja o no, pero lo cierto es que dos semanas después habíamos logrado concluir los tres proyectos y los funcionarios habían desaparecido de nuestra vista sin que nos diéramos cuenta.

Y si para entonces yo arrastraba unas ojeras de competición, el estado en el que acabó Naith me quitó todas las ganas de quejarme: estaba pálida, las facciones muy marcadas y la piel tensa, como retraída, haciendo que sus ojos parecieran más saltones, su boca más grande y los hasta entonces discretos colmillos más prominentes. Sus manos, súbitamente huesudas, estaban resecas y callosas, e incluso sus orejas, naturalmente puntiagudas, parecían más largas y respingonas de lo habitual.

Dicen que el estrés nos cambia y deforma, comiéndonos por dentro. Resulta sobrecogedor descubrir de primera mano que en el caso de los orcos esta afirmación es literal. ¿Recuerdas lo que te decía al principio de preocuparte por su salud?

Y será, cómo dicen, que las peores experiencias unen a las personas y sí había Lok'amon entre nosotras (o al menos así lo creían los de arriba) porque tres días después Murka recibió el visto bueno para volver a Rounriq, y nosotras una citación para formalizar nuestra relación.

La Ceremonia de las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora