FLASH BACK: Hace 3 años
Miraba la pantalla de su celular con urgencia en sus ojos mientras se paseaba de un lado a otro dentro de la habitación del hotel. ¿Cuántas llamadas iban ya? ¿5, 10, 20?, ya había perdido la cuenta pero seguiría insistiendo hasta lograr contactar al dueño de la otra línea.
– Mierda Viktor, responde... – Volvió a marcar el número del recién nombrado esperando oír su voz por fin luego del tono de de espera. –
Detuvo su andar cuando sus ojos se cruzaron con un brillo dorado que sobresalía de entre un montón de ramos de flores que descansaban sobre una mesa cerca de la ventana. Al no obtener respuestas colgó, arrojando el celular a la cama y acercándose al mueble. Con cuidado de no dañar las flores a su alrededor tomó la medalla y la observó detenidamente. Debería estar feliz, sólo hace un par de horas había terminado la competencia más dura de su vida y había ganado su primer Grand Prix, había arrasado en la pista de hielo demostrando todo su talento al público, a Yakov, Lilia, a su abuelo, al mundo entero. Todos fueron testigos de cómo aquel niño de quince años le pateaba el trasero a todos esos adultos y se quedaba con el premio mayor, y no solamente eso, con su excelente programa corto logró superar el récord mundial del mismísimo Viktor Nikiforov. Aquel premio entre sus manos era por lo que tanto había trabajado, sufriendo con el tirano de Yakov y su esposa, Lilia, igual de tirana que el marido. Cada gota de sudor derramada, cada herida en los pies, cada dolorosa caída y esfuerzo habían valido la pena.
¿Pero por qué no podía sonreír y sentirse a gusto con su gran logro?
Se colgó la medalla al cuello y observó su reflejo en uno de los espejos de la habitación, recordando los aplausos, los flashes de las cámaras, los gritos del público, las flores que eran arrojadas sobre su cabeza y caían a sus pies, los montones de regalos y peluches que sus fans llevaron para él, todo se rebobinaba en su cabeza una y otra vez de forma nítida para recordarle que era un campeón, que había hecho historia siendo su momento de gloria. Nada podía importar más...O eso quería creer.
Unos fuertes golpes en su puerta lo sacaron de sus pensamientos alejando la vista de su reflejo. Suspiró sacándose la medalla, pensando que sería Yakov de nuevo, pero grande fue su sorpresa al abrir y encontrarse con dos brillantes ojos azules que lo miraban fijamente acompañados por una sonrisa.
– ¡Viktor! – Exclamó con sorpresa al tenerlo parado frente a su puerta – ¿Qué haces aquí?, te estuve llamando, ¿por qué no respondías? – Comenzó a interrogar al mayor quien le pidió con la mirada permiso para poder ingresar a la habitación. Yuri hizo un chasquido con la lengua y se hizo a un lado permitiéndole la entrada. –
– Lo siento mucho, olvidé mi celular en la habitación – Respondió juntando ambas manos frente a su rostro en seña de disculpas, Yuri sólo cerró la puerta de mala gana al oír su excusa – Cuando fui a buscarlo me di cuenta de tus las llamadas perdidas y vaya que fueron muchas, ¿tanto me extrañaste? – Estiró la mano en dirección al menor para que este la cogiera. –
El rubio miró a Viktor y luego esa mano extendida, despacio alzó la suya y la acomodó sobre la contraria. Sus mejillas comenzaron a arder al sentir su mano ser prisionera de la del mayor, tan grande y cálida. De un solo jalón Yuri terminó con la cara estrellada en el pecho del adulto mientras este lo rodeó en un fuerte abrazo.
– No te vi abajo luego de finalizar mi exhibición con Yuuri – Susurro sobre los rubios cabellos. El cuerpo del más joven se tensó con sólo oír el nombre del japonés, Viktor lo notó pero no dijo nada – ¿Por qué te fuiste?. –
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Fulfilling the Promise
Fanfiction3 años han transcurrido desde la última vez que se vieron, alejados físicamente pero unidos por una promesa. Yuri Plisetsky, ahora con 18 años y gran futuro dentro del patinaje artístico, regresaba a Moscú para cobrar la palabra del hombre...