VALORAR EL TIEMPO

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Iba de regreso a Osorno y en el asiento del costado izquierdo venían dos personas, Miguel y Claudia. Ambos tenían entre 40 y 45 años, pareja joven. El vestía de jeans y polera verde, tenía ojos café claros, su piel blanca saluda al día, mientras que ella tenía un vestido de flores que parecía bailaban la vida, tenía una sonrisa esperanzadora, pero una mirada triste.

Gracias por estar aquí conmigo Miguel, sé que tuviste que dejar muchas cosas por acompañarme.

Miguel sonrió y le dió un beso que parecía llevaba toda la alegría que Claudia había extraviado. Estaremos bien - le terminó de decir para tomarle la mano.

Claudia lo volvió a mirar y expuso, así , sin más vueltas. La próxima vez ya podré venir sola, ahora es para saber cómo llegar. Había puesto un tono distante, lejano a lo que el cuerpo le susurraba.

Miguel abrió los ojos y le recitó dos frases que calmaron sus miedo:

El cancer no es impedimento para que deje de amarte si eso piensas. Mi tiempo a tu lado no se mide en pesos, no se condiciona por dos o siete viajes. Estaré contigo todo el TIEMPO que me necesites.

El calor de las palabras tenía convicción, tenía certezas. Quebró la angustia y abrazó los temores de la mujer que dejó reposar su cabeza en el hombro de Miguel.

Luces en el universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora