El sol brilla intensamente en el cielo azul despejado. Las hojas de los árboles resplandecen bajo él, y los pájaros vuelan y cantan felices. No se ve ni una gota de nubes.
Todo es felicidad para el resto del mundo exepto para mí, y probablemente para todos los chicos que se encuentran en el autobús conmigo. El calor es aún más sofocante dentro del cubículo de metal que va a toda velocidad por la carretera. El viento que entra por las ventanillas es demasiado caliente y no se respira ni un apice de aire fresco.
Una música country suena bajito en la cassetera que está al lado del chofer. ¿Quién demonios usa cassetera en el siglo XXI? Supongo que una radio no tendría alcance en el medio de la nada. De solo pensar que allí no habría internet... Me estremezco.
Cuando entramos en una callecita de tierra nos vemos obligados a cerrar las ventanillas para no morir asfixiados con el polvo. El calor aumenta incluso más.
El caminito parece infinito en el horizonte, está rodeado de arbustos resecos y enormes insectos amenazan con entrar al autobús. Me espanto cuando uno se posa en la ventana.
El hecho de estar encerrados allí con cuarenta grados de calor, bichos que acosaban fuera y sumándole que el noventa por ciento de los pasajeros no se habían bañado, no ayudaba mucho en la situación. Ni en mejorar mi mal humor. ¡Y odio las canciones country!
El recorrido parece interminable. Estoy a punto de perder la cabeza y saltar con el vehículo movimiento cuando finalmente nos detenemos.
Nadie se mueve. Ninguno quiere bajar.
Desde mi ventana se puede apreciar el cartel que adorna la entrada al lugar.
"Campamento de verano: Ghost Lake."
El nombre del campamento no presagiaba nada bueno. Río para mis adentros, es un intento para asustarnos.
Todos los que se encuentran en el bus, incluído yo, somos los que se denominan como «Chicos Problemáticos», y claro, nuestros padres no quieren lidiar con nosotros en verano. Mientras ellos están de vacaciones en las Bahamas -con internet, de seguro-, sus hijos están en el medio de la nada rodeado de bichos y con más chicos de su "clase".
No conozco a ninguno de los pasajeros y no me interesan. Solo quiero que esta tontería de campamento se termine rápido para ir a mi cuarto, en casa, con un aire acondicionado.
Uno de los guías comienza a arrearnos como si fuéramos animales para que bajemos. A regañadientes tomo mis cosas y camino lento entre los asientos. De uno en uno vamos bajando.
El olor a naturaleza invade mis fosas nasales. Bueno, algo positivo de todo este condenado sitio.
La tierra reseca cruje bajo los pies de los chicos. Todos empiezan a dispersarse. Al fondo del lugar se ven unas cabañas, a la derecha un comedor y a la izquierda, bien a lo lejos, se llega a apreciar los destellos del sol en el lago. Eso va a salvarme, podría ir a nadar las veces que quiera.
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Historias Cortas.
Short StoryConjunto de historias de una sola parte con temática homosexual.