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Cuando tomó conciencia de que algo andaba mal en los alrededores, fue el día que al llegar a la Universidad, los policías se distinguían de los jóvenes estudiantes con notoriedad. Pensó en un robo, alguna amenaza de bomba, tal vez algún suicidio. Todo menos en que el problema radicaba directamente en personas de su salón.

Estaba cruzando la puerta de su respectiva clase, cuando alguien desde atrás lo empujó hacía un costado, pasando casi por encima de él, alcanzando a afirmarse de un banco para no caer. HyukJae vio como ese alguien - llamado DongHae - corría para abrazar a otro muchacho que se encontraba frente a la primera fila de bancos, cerca del puesto del profesor. 

El pelirrojo iba a reclamar por tal acto, cuando la visión que se le presentaba en frente dejó de ser normal y los sollozos empezaron.

“¡Perdóname!” Gritó DongHae, llamando la atención de todos los ya curiosos “¡No debí dejarte ir! ¡Tuve que haberte detenido hyung!”

El muchacho pensó que aquello era una absurda escena de amor homosexual o algo por el estilo, quizás esos dos se habían decidido a confirmar la relación que llevaban a ocultas y la mejor manera era montando ese numerito. O bueno, eso creyó hasta que varios detectives hicieron aparición en el salón. HyukJae pensó que era mucho melodrama para ese par de amantes que ‘querían salir del closet

Rió ante su pensamiento déspota, pero no podía evitarlo cuando la envidia lo consumía lenta y dolorosamente.

“¿Lee SungMin?” Preguntó uno de los oficiales, resonando su voz grave en el salón, matando los murmullos de golpe y volviendo a captar la atención del chico pelirrojo.

El nombrado alzó la vista y HyukJae, que hasta ese momento no lo había visto, se asombró. Aquel muchacho no era su típico compañero de clases. Una capa de angustia estaba instalada en sus finas facciones, sus ojos destilaban un deje de paranoia casi invisible, el primer paso antes del quiebre mental. Todo muy lejos de aquella siempre sonriente fachada que mostraba. Su piel más pálida, siendo que habían transcurrido quizás veinticuatro horas de la última vez que lo había visto. Era como si ese muchacho hubiese sido secuestrado y hubiera sufrido las peores de las torturas por un espacio de tiempo eterno.

SungMin asintió, casi autómata, siguiendo a aquellos hombres cabeza gacha, soltándose del agarre del castaño más alto. Cuando abandonaron el lugar, los murmullos comenzaron nuevamente.

HyukJae observó de reojo a DongHae, viendo como el castaño se hundía en su banco, sus manos sobre su cara, lamentándose. Y sintió pena. Sin saber bien que pasaba, sintió tristeza por DongHae, pues repetía constantemente un «Lo siento» mientras lloraba, aunque sus manos lo taparan, protegiéndolo del chismoseo externo.

Sí, algo andaba realmente mal.

Fear Garden (EunHae) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora