IV

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HyukJae esperó pacientemente, con un vaso de café caliente en su mano, a que DongHae saliera de la oficina del rector. 

Habían transcurrido cinco días desde la tragedia con SungMin – de la cual logró escapar, nadie sin saber como – y de apoco él logró acercarse al chico venido de Mokpo. Ahora que estaba totalmente solo, las defensas del muchacho estaban bajas, aferrándose a 
cualquier distractor externo como un salvavidas.

DongHae estaba en completa soledad, pues SungMin ya casi no se aparecía por la universidad y los rumores decían que estaría por congelar su carrera, con la idea de volver a Busan con su familia. Los mal hablados en cambio, decían que estaba sufriendo trastornos sicológicos graves, y que estaban viendo la opción de internarlo en algún psiquiátrico. Por lo cual, las dos opciones eran totalmente validas, pensando en la situación por la que él había pasado.

Comenzó a jugar con sus dedos en el recipiente caliente, cansado de aquella espera. Casi todos los días llamaban a DongHae para que diera testimonio de lo sucedido, y él, en cinco días ya sabía todo.

SungMin había ido al atardecer del día martes a terminar su relación con DongHae, pues sentía que ya no era lo mismo y blablablá. Toda esa mierda que se utiliza como antesala de la tan temida frase « Me he enamorado de otra persona ».Como era lógico, ambos se enfrascaron en una discusión, dimes y diretes absurdos, mentiras y verdades sacadas en cara, pero nada realmente atrayente – para él, al menos -. Después de unos cuarenta y ocho minutos discutiendo y sin llegar a un mutuo acuerdo, SungMin decidió dar media vuelta y largarse de ahí, a pesar de lo tarde que ya era. Pero DongHae ofuscado no lo detuvo, volviendo a su casa donde se aloja hasta el día de hoy. 

Y esa era toda la historia, pues solo sabia la versión de DongHae, la de SungMin no le interesaba.

Sonrió para sus adentros, ese loco asesino hubiese hecho el mayor favor del mundo si hubiese logrado erradicar la presencia de la ex pareja del castaño de la faz de la tierra. Si antes lo odiaba por haberse adelantado a él y haber conseguido captar la atención de DongHae, ahora lo aborrecía con mayor intensidad por haberlo cambiado por otro.

Pero ya no tenía que preocuparse, desde que se había topado con el más bajo en la biblioteca lo había seguido, insistiendo en aquella invitación a un café, hasta que en el segundo día, DongHae aceptó. De ahí en más solo tuvo que gatillar esa fibra nerviosa llamada ‘arrepentimiento’ para que el menor se explayara con él y confesara todo. La verdad, sus miedos, la culpa de haberlo dejado solo.

Y ahora, después de llantos y apoyos, abrazos consoladores y otras actuaciones pocas, después de largos y pauteados cinco días, podía decir que se había ganado la aceptación y la confianza del castaño.

Si hubiese podido, hubiera bailado ahí mismo, gritado o quien sabe, solo por lo feliz que se sentía. Nunca, desde el tiempo que había posado sus ojos en Lee DongHae, había sido tan feliz como ahora.

La puerta del salón donde se encontraba el rector de la facultad se abrió, sacando con su sonido de bisagra vieja al muchacho de sus pensamientos, quien rápidamente se puso de pie, dejando el café en una pequeña mesa colindante a la silla donde se encontraba sentado. Hizo una venia al mayor y a los detectives, para luego mirar de soslayo a DongHae, quien venia con sus ojos rojos e hinchados.

“Señor Lee, una vez más, gracias por su cooperación” Dijo uno de los detectives, antes de internarse nuevamente con el rector en su oficina.

HyukJae los vio entrar una vez más, luego observó a la secretaria, quien miraba con pena al castaño. La observó detenidamente, trasmitiendo su repudio ante ese acto de compasión, logrando que la mujer mayor desviara su vista de ellos.

El pelirrojo tomó la mano del más bajo, arrastrándolo fuera de aquel lugar, olvidando el líquido que había comprado. El joven parecía incapaz de moverse por su propia cuenta, como si fuera una gelatina sacada antes de tiempo del molde, amenazando con derrumbarse y esparcirse sobre la mesa. Y pudo corroborar que su metáfora no era tan errada cuando al avanzar por los pasillos creyó que el castaño caería en cualquier momento. Dios, DongHae estaba destruido completamente.

Hubiese sido mejor, parar y preguntarle que pasaba, pero quería alejarlo de la mirada de los curiosos y morbosos que ya suponían que debía estar pasando. La Universidad era lo más cercano a una asamblea de viejas chismosas esperando a su próxima victima.

Cuando logró sacar al menor de las instalaciones y supo que habían llegado a los patios traseros de la facultad, detuvo su andar paulatinamente, hasta que decidió darse la vuelta.

Y hubiese deseado no hacerlo.

Frente a él DongHae temblaba completamente, sus ojos hinchados botaban sin cesar lágrimas, su nariz roja expedía mucosidad que ni se preocupaba en limpiar. Mierda, era la representación de la miseria andante.

El pelirrojo no supo que hacer, como reaccionar, sin saber que pasaba, hasta que el más joven se le tiró casi encima, rodeando con sus brazos el cuerpo del chico y escondiendo su cara en su pecho, mientras lloraba y temblaba con más fuerza.

“Desapareció” Logró entender entre el farfullo del chico “Desde ayer que no lo encuentran”

Y la realidad cayó con fuerza sobre HyukJae, mientras apretaba contra su pecho a su dongsaeng por meses.

El asesino había encontrado a SungMin.

Fear Garden (EunHae) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora