II

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“(…) Las ultimas semanas la capital se ha visto amenazada por el nacimiento de un nuevo sicópata. Su forma de actuar dista mucho de los comunes criminales y ha causado un gran revuelo en las autoridades y la policía. Todos los cuerpos de las victimas han sido encontrados sin un brazo menos, cortados desde el codo. Los asesinados no muestran síntomas de agresión, ultraje o torturas previas al deceso. La herida con la que se les ha dado muerte es limpia y directa, así como la extracción de las extremidades se realiza una vez las personas han dejado de respirar...”

HyukJae pasó por el living donde su hermana mayor, Sora, miraba con horror las noticias. Se sentó despreocupado en la mesa que daba atrás del sofá donde su noona estaba ubicada, mirando el noticiero de la tarde.

“¿Otro sicópata en serie?” Preguntó aburrido, pensando hasta cuando la televisión pasaría todo tipo de historias horripilantes que solo causaban pánico en la comunidad.

“Sí” Afirmó su hermana, su voz temblando, seguramente asustada “Pero esto es horrible, dongsaeng ¡Les cortan los brazos! ¿Para que un sicópata querrá los brazos de sus 
victimas?”

“A lo mejor se los come” Contestó sin inmutarse el menor, encogiéndose de hombros.

“¡Yah! ¿Cómo dices eso tan a la ligera?” Le reprendió la mayor.

“¿Y como quieres que reaccione, noona?”

“No sé…conmociónate al me…” 

“Son estupideces hermana” Le cortó el menor “Tal cosa no existe. Son solo inventos o coincidencias. Y aunque fuera verdad, la probabilidad que te pase algo a ti es minina, así que no debes asustarte” Zanjó el tema el menor, dejando confundida a su hermana mientras caminaba a su habitación, internándose por el corredor de la casa.

El pelirrojo entró a su dormitorio, tirándose de espalda sobre su cama, cerrando sus ojos. Pensó en los eventos de esa mañana en la Universidad, en sus compañeros de clases.

En DongHae. 

En DongHae y sus manos sosteniendo los brazos rasmillados de SungMin. Él no era una persona observadora, pero esas marcas rojas eran visibles en la piel del chico pálido cuando el castaño subió su casaca, aunque la mayoría hubiese prestado más atención a la comunicación verbal que ellos mantenían, aquellas heridas no pasaron desapercibidas para él.

Gimió despacito, excitado ante el recuerdo de esas manos perfectas acariciar la piel magullada. 

No sentía pena por SungMin, al contrario, maldecía el hecho de que la misión no se hubiese completado. ¡Ese muchacho se interpuso entre él y DongHae! ¡Debió haber desaparecido! Pero no, había vuelto.

Giró en la cama, presionando su pelvis contra las mantas. Esa obsesión que tenía por DongHae era enfermiza. Lo deseaba con locura, deseaba poseerlo, tener sus manos tocándolo entero. 

Suspiró derrotado, pues hasta en eso era patético. Ser cínico frente a sus compañeros de clase, fingir que era un chico alegre y algo idiota, cuando por dentro deseaba fervientemente a ese castaño llegado de Mokpo y solo podía sentir rencor y desprecio hacia los demás.

Gruñó por lo bajo, mientras recordaba como DongHae había tomado con delicadeza los brazos de SungMin, sus dedos acariciando las marcas rojizas, como si quisiera desaparecerlas por completo.

HyukJae hundió su cara en la almohada, mientras una de sus manos se dirigía a su sexo ya duro, comenzando a frotarlo con la palma de su mano derecha.

Era un patético, un obsesivo, un… pervertido.

Su mano ejercía un movimiento recto, arriba y abajo, apretando la base de la rígida torre que se erguía en su pelvis, sacudiendo su cadera en sentido contrario a la caricia. Cada vez más rápido, con mayor fuerza, sin pausa. Satisfaciendo con furia esa fantasía de tener al castaño, de poseerlo. Un anhelo más allá de lo cuerdo, una obsesión peligrosa.

Y mientras se masturbaba con furia en el silencio de su habitación y sólo su respiración agitada era la música de fondo, HyukJae pensaba en las manos de ese muchacho recorriéndolo entero. Manos perfectas bañadas en sangre, al igual como ahora las suyas se llenaban de su semen, muestra de su impureza, de la culminación de ese sueño eróticamente anormal. 

Pues mientras DongHae debía estar sufriendo por lo ocurrido con SungMin, él se excitaba pensando en el castaño y en el momento en que al final lograría hacerlo suyo.

Y sonrió maniacamente, pues toda esta situación caótica le terminaría favoreciendo. 

Fear Garden (EunHae) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora