Paige
Llevaba ya una semana en la casa de mi tía Gloria. Realmente no tenía que extrañar nada de mi ciudad pero sentía un sentimiento extraño, un sentimiento llamado: Ross.
No entendía en que momento aquel chico se había convertido importante para mí, y no era una persona que dejara salir a luz sus sentimientos o demostrar cariño pero cuando alguien me agradaba, me hacía sentir bien. Sentía que era mejor sonreír que transmitir un rostro de odio o de pocas ganas de vivir; y eso era lo que Riker, lamentablemente, nunca había logrado hacerme sentir.
Crucé la calle para ir a la casa de mi tío Walter, sentía la necesidad de llamar tío a Walter en vez de sólo Walter, debía llamarlo por su nombre porque él ya no era mi tío. A la que debería llamar tía, sería a Gloria, ya que era mi tía de sangre, pero me sentía mejor llamándola Gloria, todo era confuso pero tampoco me importaba demasiado.
—Hola tío. — dije sonriendo. Mi relación con él era TAN buena, que daba miedo. Era algo así como mi segundo padre, lamentablemente, casi nunca lo veía; pero me sentía feliz de estar visitándolo esos días.
—Hola, cariño. Estaba trabajando pero no te preocupes, puedes quedarte. — dijo fatigado pero con una sonrisa en su rostro.
—De todas formas me quedaría, no te imaginas lo aburrido que es estar con Gloria. Se la pasa tejiendo y leyendo revistas de chismes, realmente aburre.
—¿Y yo soy más divertido? — preguntó extrovertido mientras yo curiosiaba por la sala de su casa.
—Exactamente, pero no tanto. — bromeé. — Oye, tío, ¿puedo preguntarte algo?
—Lo que quieras.
—¿Cómo es tu apellido? no lo recuerdo, es decir, creo que nunca supe cual era. — Y era verdad, a pesar de los años que ambos nos conocíamos, él sabía todos mis datos, pero yo no sabía los suyos.
Y el teléfono arruinó nuestra charla de tío e sobrina y mi intrigante pregunta. Walter lo atendió rápidamente e inició una charla de negocios.
Caminé y seguí observando sus adornos y fotografías, parecía extraño que mi tío Walter no se haya vuelto a casar, era muy cabelleroso y elegante. Por lo que mi madre me había contado antes de morir, se había casado dos veces.
Me detuve al ver una fotografía, era una joven de aproximadamente mi edad o tal vez más años. Tenía los ojos color marrón avellana, al igual que mi tío, y su cabello era rubio oscuro, era hermosa, casi perfecta.
Una vez que mi tío había colgado el teléfono me acerqué a él para preguntarle quien era la chica de la fotografía.
—¡ah! — exclamó con alegría. — Es mi hija, es decir, era. Se llamaba Emma. — sentí que se le hizo un nudo en la garganta y me lamenté por haber hecho esa pregunta.
«Emma» pensé. Realmente me parecía familiar ese nombre.
—¿Falleció? — pregunté avergonzada.
—Así es, cariño. Hace un año, exactamente un año. — sus ojos se humedecieron.
Fue ahí en dónde lo recordé todo. Era la chica que había sido asesina...
Mi celular vibró para avisarme que tenía un mensaje, y me movilizó de mis pensamientos. Era Riker preguntándome cómo estaba y cuándo iba a volver.
Este chico realmente me extrañaba.
"Estoy bien, cariño. Voy a llegar en un par de días. Espero que este todo bien por allá, te quiero." pulsé el botón "enviar" y finalmente lo apagué.
—Lo lamento, tío. No sabía que tenías una hija.— me lamenté. Y en aquel momento pensé que en alguna etapa de mi vida tuve una prima, no era de sangre, pero era mi prima... mi prima Emma.
—Con Gloria nunca tuve hijos. Fue con mi antigua esposa, Nuria. Pero ella viajó lejos al enterarse de lo que le pasó a Emma; y nunca volví a saber de ella.
—Es una historia muy triste, tío Walter. Pero... soy como una hija para tí ¿verdad?
—Claro que lo eres, Paige. — y me abrazó muy fuerte.
Luego de haber jugado a las cartas y al dominó: había perdido tres veces. La verdad era muy mala en esos juegos; estaba por volver a la casa de Gloria cuando mi tío me volvió a llamar.
—¡Paige! — gritó.
Lo observé esperando que me diga lo que me tenía que decir.
—Ashton. — dijo y volvió a su trabajo.
