c u a t r o

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Al voltear mi cuerpo por completo, me encontré con una pequeña sonrisa juguetona. Su cabello se veía un poco más ordenado y su piel pálida cómo siempre. Sin embargo, había algo en él que se notaba diferente. Tal vez era el  hecho de que se encontraba con ropa casual y no el uniforme arrugado. O tal vez era porque me hablaba como si nada hubiese ocurrido el día anterior y que él debería estar descansando en una cama y alimentándose como debía. Una de sus manos tenía una bolsa transparente, con un par de frutas, y la otra sostenía su celular, cambiándole la música, que era transmitida a través de los auricular negros, de los cuales sólo uno llevaba consigo.

—¿YoonGi? —pregunté con el ceño fruncido. Él hizo una mueca, subiendo sus hombros, en señal de saludo. Dejó de verme por unos segundos para buscar algunos productos en la estantería. —No entiendo. ¿Qué haces aquí?

—Comprando —rodeó los ojos con ironía, aún estudiando un pequeño producto que acababa de agarrar.

—¿No deberías estar descansando? —pregunté alarmada. Sin embargo, luego me di cuenta de mis propias palabras—. Oh, descuida, no me interesa. Puedes seguir haciendo tu compra.

Y diciéndole eso, tomé distancia de YoonGi, en parte molesta ya que el chico no se cuidaba así mismo y en parte porque no era capaz de ayudarlo. Al instante, toqué mi cuello en busca del colgante, como gesto del que estaba ya acostumbrada, pero luego recordé haberlo dejado en casa. Mala idea, pensé. Me sentía incompleta e insegura, mucho más cuando me encontraba cerca de YoonGi. Por alguna razón, cuando estaba junto a él, sentía que tenía que estar alerta a todos sus movimientos y lo que dijese.

Fingí no prestarle atención mientras seguía buscando el arroz, que estaba ubicado al fondo. Cuando observé la bolsa grande, exhalé cansada. Eso debe ser pesado, pensé. Me relamí los labios, dándole la espalda a la ubicación donde se encontraba YoonGi. Sujeté ambos lados de la bolsa blanca y la levanté. Estaba en lo cierto, pesaba varios kilos. Tomé aire e intenté llevar la bolsa hasta el cajero, pero mis brazos fallaron y otros la atraparon en la caída.

—¿Pero qué...? —exclamé con sorpresa y confusión. Levanté la cabeza para observar a YoonGi mostrándose indiferente a toda la situación, pero aún así, con la bolsa de arroz en sus brazos. —No, espera. No puedes levantar eso. Te lastimarás, estás muy débil —y diciendo eso, traté de aferrar la bolsa a mí, pero él me dedicó una mirada que perforó mis ojos, obligándome a quedarme quieta donde estaba.

YoonGi dio media vuelta y depositó la bolsa en un carrito que se hallaba detrás de él.

Oh, qué estúpida, pensé.

—Es todo tuyo —musitó señalando el carrito de metal, sin verme a los ojos. Se retiró silenciosamente, dejándome sola en aquel pasillo del mercado.

¿A qué se debía esa extraña actitud en él? Confundida, coloqué el azúcar en el carrito también y me dispuse a buscar la leche y de esa forma, largarme de allí lo más antes posible. Sentía que la presencia de YoonGi aún se encontraba allí, pero no lo vi en ninguna parte. En cada nuevo sector, chequeaba derecha e izquierda, pero nada. Es como si se hubiera esfumado pero su aroma aún persistiera.

Una vez llegué al sector de lácteos, guardé tres botellas de leche en el carrito y me dirigí lo más antes posible al cajero. Mientras pagaba, seguí pensando en mi compañero de clase, pero luego me percaté de que no tenía la más mínima idea de cómo iba a llevar la bolsa de arroz.

Al guardar todo en las bolsas de compra, aferré la bolsa en mi lado izquierdo, y luego sujeté lo demás con mi mano derecha. De seguro parecía rara desde los ojos de las personas, pero ya nada me importaba a esta altura de mi vida.

Indiferente⇝Min YoonGi {short}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora