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Se peinó como siempre, con el cabello echado hacia atrás. Se miró al espejo y vio al mismo hombre, totalmente adicto a una mujer que lo estrujaba y hacía de sus sentimientos una mierda; vio al mismo hijo de puta que siempre había sido desde que ella se metió por entre sus entrañas, el mismo que hacía lo que fuese por una cualquiera como ella. Sin embargo, no le asustaba cambiar ni le importaba comenzar de cero y, ésa vez, con un nuevo rostro. Entonces sonrió.

Las puertas de aquel edificio ese día parecían más pequeñas, lo que quería decir que no eran las puertas del infierno y que estaba salvado, ¿su salvación? Tenía nombre: Rei. Ella era la elegida, la indicada. No tenía novio ni pretendiente, según lo que conocía; además,  ella nunca había tenido suerte con lo hombres, así que no sería como que él robase su tiempo para conocer al tipo de su vida.

Ella llegó y sonrío de manera amigable. Demasiado como para solo encontrarse ocasionalmente y haberse causado tantos disgustos.—¿Has esperado mucho?

—Casi un siglo.
Se habían sentado junto a una ventana. Él con la esperanza de que salieran sus problemas por ésta; ella,  con la de salir corriendo por la misma.

—¿Qué es lo que necesitas de mí?- a pesar de su tono forzosamente cálido él no respondió—¡Emmbry!—Lo presentía, extrañamente sabía que no serían cosas lindas las que encontraría allí.

—¿Cómo has estado?

—¿Pretendes que conteste tu pregunta cuando ignoras la mía?

—Quiero hacer nuestro encuentro un poco más casual. No te llamé para discutir.

—Estoy bien.— Respondió al cabo de unos segundos. En el pasado habían muchas cosas que no habían olvidado, diferencias que terminaron por alejarlos. No veía razón para estar allí.

—Un favor, eso es lo que necesito.— Se le veía incómodo. No solía pedir nada y regresar a ella luego de lo pasado resultaba una herida a su orgullo.— Mi padre tuvo un accidente hace un año y algo... Ha quedado inválido. Los tratamientos y operaciones no han servido de nada y con el bajo ingreso que está teniendo el negocio familiar es sólo cuestión de tiempo para quedar en banca rota.
Hasta ese momento Rei aún no entendía por qué era objeto de aquella conversación; ellos no eran  amigos y el tiempo que pasaban juntos se limitaba a tropiezos fortuitos en los pasillos, así que ¿de donde tantas ganas de hablar cosas tan privadas?—Lo siento mucho, Emmbry.

—No. Yo lo siento, pero así no se resuelve nada.

—¿Entonces qué carajo hago yo aquí? No soy tu psicóloga.

—Si me dejaras terminar sabrías la razón.— Deseó no haber ido a encontrarse con él, ya se estaba tornando molesto, como siempre. Hubo un silencio incómodo y un mesero aprovechó el espacio libre que habían dejado las palabras, entonces Emmbry pidió algo a lo que ella no le prestó atención.

—¿Entonces?

—Para salvar la compañía— prosiguió—lo mejor sería asociarse con otra.

—¿Necesitas publicidad gratis? ¡Listo! Ahora me voy—dijo mientras se ponía de pie.

—¡No, Rei!—habló con autoridad. Se le estaba complicando— Es más complejo, ¿puedes esperar?— Respiró profundo— Ya hay una empresa dispuesta a hacerlo, a pesar del mal estado en el cual nos encontramos, sin embargo hay una condición—Entonces era allí en donde estaba el mayor de los problemas. El mesero llegó con dos cervezas y, al retirarse, desesperada por no ver asomarse la condición pedida no dudó en preguntar. Emmbry tomó un sorbo de su botella. —Me tengo que casar con la hija del dueño.

—¡Oh, entonces ahí radica tu problema! No la quieres.

—No, no es eso. De hacerlo, lo haría, los sentimientos se pueden quedar a un lado y de gustarme, me encanta; pero no la soporto— Tomó del pico de la botella de nuevo— ¿ Entiendes?

—Creo que sí, pero no— Se acomodó en el asiento— Quisiera saber dónde encajo yo. Una "amistad" como la nuestra no te lleva a llamarme luego de no hablarnos por tres años y ocho meses para decirme estás cosas.

—Lo llevas bien contado.

—Solo soy rápida con los cálculos.—se clavaron los ojos.

—Bueno, ése es el asunto, pero bebe- le incitó— a mis padres les pareció fenomenal que haya tratado antes con ella, dijeron que sería "más fácil", pero es exactamente lo contrario, si no la hubiese conocido hubiese aceptado sin pensarlo. Bebe otra vez. —Rei, presintiendo su debut en escena, hizo caso— Creo plenamente en que puedo salir a flote sin esa oferta, así que la rechacé— Tomó nuevamente de su bebida y desvío la mirada hacia la ventana sin el efecto deseado de escapar— Sabrás que necesitaba una excusa... y te usé a ti. —La volvió a mirar.

—Dios, Emmbry. ¿En qué me metiste?—una sonrisa adorno el rostro del muchacho, cosa que interpretó como un gesto perverso, muy lejos de ser la realidad desde el punto de vista de él.

—Era imperativo que contrajera matrimonio y sólo lo impediría una verdadera responsabilidad, entonces dije que me casaría contigo.

—¿En serio te parece eso una responsabilidad?- preguntó tomando sus palabras como un mal chiste.

—Si estás embarazada, sí. —La sonrisa desapareció de sus labios. ¿Hablaba en serio? Era un cuerpo desmembrado, sin lógica dentro de su contexto. ¿De dónde sacaba el coraje y la gallardía para pedir algo como eso? ¡Quería levantar un circo!—No dirás nada?—preguntó descarado.

—¿Qué podría decir; no has divulgado esa historia ya?—Estaba molesta—¿No te pareció que consultarlo primero conmigo sería una buena idea?

—En ese momento necesitaba una respuesta rápida. Rei, sólo será hasta que restablezca a mi familia, además, cuando nos separemos tendrás tu parte. Piénsalo. ¿Tienes algo mejor qué hacer?
Rei miró su botella —Debo reconocer que las cervezas han sido un plan maestro. —Emmbry la miró esperando la continuación. Ella levantó la bebida.—Tienes que estar borracho para decirme esto y yo para aceptar.

Menos un PezónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora