Como era de esperarse, la noticia no se quedó en casa; salió a comentarles a los vecinos, y los vecinos a sus amigos y éstos a sus conocidos; en fin, como todo chisme, Rei se convirtió en aire.El tío Món era el consentidor que hay por obligación en cada familia y, al contrario de los demás, podía ver el futuro y según él todo pronosticaba cosas buenas. Luego de los sermones inacabables en casa de su abuela, el tío Món la abrazó.
—¿A dónde irán de Luna de Miel?— Rei no hizo más que reírse, era una pregunta incómoda cuya respuesta aún no había sido acordada con Emmbry.
—Son tiempos difíciles, tío, creo que invertir dinero en eso sería un desperdicio— y era cierto, ellos dos solo irían a verse las caras.
—¡Bah!— exclamó— boberías, ese será mi regalo para ti— revoloteó su cabello.
—No es necesario.
—¡Claro que sí! Luego de que todos estos pesados te hicieran la vida de cuadritos desde la noticia, mereces un descanso.— le guiñó el ojo.— me ocuparé yo, mi niña.
Había llegado el verano y con él la boda, las decoraciones y los ajetreos, los invitados de alta clase a una pequeña celebración en un lindo jardín.
Rei había llegado al salón de Teresa por casualidad o por cosas que quiere el destino— Rei Volkova— llamaron para peinarle— mi amor, dame un chance para peinar a una novia— le dijo con gentileza al sentarse.
—Yo soy la novia— sonrió sonrojada. Todas las trabajadoras del lugar se voltearon a verla. Tenía un aspecto infantil: baja estatura, cuerpo delgado, algunas pecas en la nariz y el cabello hecho una maraña de rizos.
—¡¿Pero que edad tienes?!— preguntó Morena olvidándose de continuar con su trabajo.
—Veinticuatro.
—¡Ay mija! ¿por qué tan joven?— preguntó Inés, quien no creía en el amor hasta que unos años después lo encontró en un puertorriqueño— ¿Te están obligando?
Rei se echó a reír— ¡No, no. Para nada!
—Inés, déjala tranquila.
—¿Cómo se llama tu novio?— preguntó Esther, la única que podía hablar y trabajar.
—¿En que trabaja, qué hace?— intervino Inés otra vez sin siquiera dejar que respondiste a la pregunta primera. La escena era divertida, le gustaba aquel interrogatorio, no se sentía juzgada ni excluida, cosas hasta ese entonces imprescindibles en su cotidianidad.
—Se llama Emmbry y pronto se graduará de arquitectura.
—¡Oh! Va a ganar mucho dinero...¿y su familia? ¿Es de clase?
—¡Inés!— Teresa le llamó la atención.
—Perdón, es que a una le da curiosidad.
La única de las estilistas que no había dicho nada aún, se llamaba María Elisa, pero quien tenía la mejor pregunta— ¿Estás embarazada?— en ese momento todos los clientes volvieron la cabeza para ver; solo se escuchaba el sonido de los secadores y la música de fondo, pero hasta ellos esperaban la respuesta de Rei.
—Sí— dijo tímida y la respuesta fue muy diferente a la que esperaban: empezaron a reír a carcajadas y se sintió bien, era la primera vez que lo decepcionaba a alguien.
Las horas pasaron y el vestido estaba puesto sobre su cuerpo. Se veía lindo todo, entonces viajó al recuerdo de sus amores perdidos... a Mauricio.
Le conoció en séptimo, cuando entró al colegio. Era un muchacho problema y cuando empezó a sentir algo por él, cuando empezó a moverse la jungla que tenía en el estomago, no supo explicarse nada. Había dejado una huella enorme en ella y como burla de Dios, del destino o de la suerte, ese día iba a casarse con alguien que fue un gran amigo de él.
Se fue acercando al altar. Dio un paso y dudó, pero recordó que caminaba hacia una vida distinta; dio otro paso y sonrío, dio dos sin pensarlo y tomó la mano de Emmbry segura de avanzar.
—Te queda bien el vestido.— susurró mientras hablaba el juez— de las pocas cosas.
Sonrío— Procura no hacer el beso demasiado largo.
—¿Crees que me emociona la idea? ¡Qué ilusa!
ESTÁS LEYENDO
Menos un Pezón
RandomEstaba bebiendo café, pero sentí un vacío del lado izquierdo que me hizo mirar y, ahí, fue cuando descubrí que algo faltaba. Busqué bajo mis sabanas, en la almohada, en la cocina, por toda la sala; pero fue inútil, había dejado mi pezón a su vera ro...