(Voces)

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Las personas permanecían ahí entre balbuceos y risotadas, hablando un lenguaje que ella repudiaba. Todas, voces de hombres. Agudas, nasales, graves.

Uno de ellos se acercó a Nella lo suficiente como para que ella percibiera su olor a sudor y aliento podrido. La olía, aspiraba el perfume de los cabellos rizados, el de su piel, como si deseara robarle la esencia con su nariz puntiaguda. La chiquilla se echaba hacia atrás, quedando atrapada entre la pared y su nariz, sin espacio para moverse más.

-Huele bien- Dijo el monigote.

-Debe saber mejor- Dijo otro. Abriéndose paso entre los demás y se acercó a Nella, lamiendo su frente, las mejillas, el cuello. Nella lloraba lastimosamente, el paño dejaba escurrir el llanto antes prisionero, era tan abundante que ya no funcionaba la absorción.

Un tercero se hincó frente a Nella, mientras que los otros dos se pusieron de pie, observando lo que éste haría.

-Quiero ver tus pies chamaca- y en un parpadeo desenfundó los blancos pies de la chica, besándolos con morbo, metiendo en su boca uno a uno de los dedos, saboreando los talones, el arco, su tobillo. Nella se retorcía encrespada, poco podía hacer siendo presa de aquellos despreciables seres. Su voz transformada en gemido, imploraba piedad

Habló un cuarto sujeto.

-Mira mija, más te vale que te quedes quietecita y hagas lo que te pidamos, de todos modos ya valiste- Todos rieron.

Nella reconoció esa voz, era la misma del hombre que la despertara.

No entendía nada. Solo deseaba salir de aquel lugar. Pensaba que si eso era un secuestro, se habían equivocado de persona, tal vez la confundieron, su familia no tenía recursos para cubrir algún rescate que pidieran. Comenzó a hacerse preguntas que se desdibujaron cuando sintió la respiración de uno de ellos muy cercana. Un par de manos estaban quitando la mordaza al tiempo que le advertían:

-Te voy a destapar la boca, pero no vas a gritar ni nada eh, porque te mocho la lengua, ¿oíste?-

Nella asintió. Al retirarle los trapos que obstruían el libre paso de aire, quiso decir algo, y fue obligada a callar de un bofetón.

-¡Te dije que te quedaras callada chingao!-

-¡No le pegues pendejo menos se va a callar!- dijo el cuarto.

Nella se tragaba el llanto, su sabor cambió, paso de ser salado a una mezcla de sal y fierro. Escurría de su nariz sangre que se abotargaba en su garganta. Aprendió en ese momento, que debía hacer caso a todo lo que le fuera indicado.

Sin el menor preámbulo el golpeador la tomó por el cabello y se acercó a su boca, mordiendo los infantiles labios de la chiquilla. Besaba a Nella con una furia desbordada, que los labios de la menor estaban hinchados, clavó tan fuerte sus colmillos que reventó uno de ellos, dando salida a una gota de sangre.

El cuarto lo retiró diciendo:

-Yastuvo, es pa disfrutarse no pa comer-

Y soltó una risa socarrona al tiempo que decía:

-¿Quieres comer?- A lo que Nella apenas respondió negativamente moviendo la cabeza. Después de unos minutos de silencio, ella dijo con voz casi inaudible:

-Quiero irme a mi casa- Por respuesta recibió otra bofetada que la dejó desmayada.

-¡Pérate hombre, la vas a venir matando y se va a terminar la fiesta! Ámonos ya mejor-. Sentenció el cuarto.

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