Capitulo 3

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Seguía sentada en la cama de media plaza mientras inspeccionaba la habitación con mi mirada. Esta era mucho más grande de lo que era la mía.
Me levanté para mirar la puerta color Bordó que llamaba mi atención.

¿Por qué las puertas eran de color Bordó? No lo entiendo.

Cuando llego a mi destino, puedo apreciar que era un baño lo que se encontraba detrás de esta puerta.
Rodé los ojos al notar las cortinas rosadas y el jabón tocador del mismo color.

Esto ya me parecía una estupidez absoluta.

-¿Señorita está usted aquí?- habló una voz conocida desde el pasillos.- Soy David señorita, ¿Está usted tomando una ducha?

Me encaminé fuera del baño hacia mi habitación cuando noté a David parado en la puerta.

-Solo estaba inspeccionando un poco.

El asintió con la cabeza no muy convencido para después sonreír.

-Quería decirle que el señor de la casa ya ah llegado.

Me modi el interior de mis cachetes para después asentir.

No conocía a ese hombre que se hacía llamar amigo de mi padre.
Aún no entiendo como una familia de este rango social había tenido amistades como la de mi familia.

-Usted tiene que bajar, el quiere verla- volvió a hablar.

-Oh claro- asentí- ¿Ahora?

-Si señorita, ahora- sonrió.

Suspiré notablemente nerviosa y me encaminé hacia David quien me dejó libremente el acceso al pasillo.
Mientras mis pies se movían lentamente hacia quien sabe donde, David se dispuso a ponerse enfrente mío y guiarme. Lo agradecí mentalmente.

Esta casa era muy grande.

Cuando llegamos a la sala principal pude ver como mi madre se encontraba en silencio frente a un hombre que le hablaba seriamente. El mismo estaba disfrazado como un ejemplar empresario, con corbata y traje. A su lado se encontraba Fran quien miraba confundida al que supongo será su esposo.

-Y no pueden subir esas escaleras- el hombre de cabellera obscura se giró para apuntar con su gran mano las escaleras citadas detrás de él. Al hacerlo, notó mi presencia alado de David quien se puso recto en su lugar.

Los ojos del aquel extraño me inspeccionaron de arriba hacia abajo para después posar su mirada en mis ojos. Sus ojos eran verdes intensos y en la parte inferior de su rostro, una barba medio poblada ocupaba espacio.

-Tu debes ser Cristina- habló duramente.

Mi cerebro no tuvo otra genial idea que asentir con la cabeza en forma de afirmación.

-Ven aquí- me llamó sin dejar de mirarme.

Mis ojos se abrieron notoriamente asustados y busqué sin pensarlo dos veces la ayuda de mi madre, quien seguía en silencio detrás de aquel hombre.

-Ve Señorita- me animó David a mi costado, colocando una de sus manos en mi hombro.

Me encaminé hacia aquel imponente hombre y frené a unos tres pasos de distancia.

-Te voy decir algo que le dije a tu madre, solo para que lo tengas en cuenta.

-Amor, Mildred puede explicarle las cosas más adelante- Habló Fran detrás de la formidable espalda de su esposo.

-Tú y tu madre vivirán bajo este techo- habló ignorando a su mujer- No comerán con nosotros en la misma mesa, comerán con la servidumbre ¿Esta claro?

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