Capitulo 6

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-Cris ¿Que haces? Ayúdame.- me llamó mi madre mientras cocinaba.

Yo estaba sentada en un taburete de la cocina mientras leía el período. Realmente nunca me gustó leerlo, pero estaba muy aburrida y no sabía qué hacer.

-Tu eres la cocinera- traté de bromear con ella.

-No es gracioso Cristiana, necesito que colabores- bufó mientras colaba el fideo en una fuente.

Me levanté de mi lugar y me dispuse a ayudarla.
Me había dado cuenta que había mucha comida, comida de más.

-¿Por qué tanta comida?- pregunté a la vez que agarraba unos huevos cocidos y los empezaba a pelar.

-El joven Federico traerá a un invitado al almuerzo de hoy.- dijo concentrado en la salsa- también tengo que hacer comida para nosotras.

Iba a hablar cuando recordé lo que dijo Sergio. "No comerán con nosotros, comerán con la servidumbre". Eso me hizo morderme la lengua.

En esta casa me sentía una intrusa, incapaz de tocar la heladera a mi gusto y andar vestida cómodamente por la casa o como mi mamá me decía "una moribunda".

-¿Tambien tienes que cocinar para los otros empleados?- pregunté confundida.

-Claro que si, soy la cocinera de la casa Cris- suspiró ante mi poco conocimiento.

Pero me parecía absurda la idea que mi madre cocine para tantas personas.

-Es ridículo, deberías cocinar para la familia Hoffman, no para toda la gente que habite bajo este techo.

Mi madre abrió la boca dispuesta a protestar y defender su punto cuando una tercera voz retumbó en la cocina.

-¿Así que no puedo disfrutar de la comida casera?

Me giré rápidamente y visualice a David en el borde de la puerta trasera, por la que había entrado ayer y tumbé latas de pinturas secas.
Sonreí a su dirección y el me devolvió la sonrisa.

-Claro que si- habló mi mamá llamando la atención de David.- David tendrá el placer de probar la comida casera de esta mujer- se apuntó a si misma.

-Será un placer entonces- río David para después volver a mirarme- Tenía que disculparme por lo de ayer- me puse tensa ante sus palabras- Federico suele ser muy...- buscó la palabra correcta.

-Estúpido- complete la oración.

Mi mamá jadeó desde su lugar dándome una mirada sumamente espantada. Al segundo de hacer eso, giró su rostro a la entrada de la cocina y suspiró.

-No digas esas cosas del joven Federico-me reprochó aún sin mirarme.- Sería muy vergonzoso si los señores de la casa te escucharán hablar así de su hijo.

Suspiré para después morderme el labio de manera nerviosa.
De cierta forma tenía razón, no podía poner el riesgo de estar bajo este techo por tener la lengua larga.
Si, detestaba a Federico y su fría forma de ser, pero debería guardarmelo para mí misma.

-Esta bien, guardaré mis pensamientos- me encogí de hombros.
-No por favor, no se los guarde- David llamó mi atención- me fascina su forma de pensar.

Le dí una pequeña sonrisa.

-¡David! No la alientes- reprochó mi madre, haciéndolo reír un poco.

-Lo siento señora González- David inclinó la cabeza ante la intensa mirada de mi madre para después mirarme discretamente y guiñarme un ojo.

Negué con la cabeza mientras sonreía levemente hacia su dirección.
Mi madre me miró confundida para después mirar a David.

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