Eran aproximadamente las cinco de la mañana cuando me despierto sudorosa.
Había tenido una pesadilla.
Salté de la cama al darme cuenta que no estaba en mi habitación. Después de unos milisegundos mi cerebro pudo despertar de su trance y captar el presente y todo lo ocurrido en el pasado.
Suspiré para después pasarme la mano por la cabeza.
Empecé a sentir sequedad en mi lengua para cuando decidí levantarme. Con los pasos inciertos y adormilados caminé hacia la puerta color bordó y salí hacia el pasillo, agradecí que la luz estaba prendida y podía caminar tranquilamente hacia el final sin temor.
Cuando pasé por enfrente de la habitación de mi madre, pude notar como la luz estaba encendida, así que decidí tocar la puerta.-Mamá ¿Estas bien?- no hubo respuesta- Es muy tarde.. ¿estas dormida?
Al no obtener ni una palabra de mi madre decidí entrar. Al poder visualizar la cama pude ver como las sábanas estaban desordenadas, lo que me hizo saber que se había levantado.
Caminé hacia la puerta del baño, pensando en la posibilidad de que se estuviera duchando, pero nada, el baño estaba vacío.Confundida me dí la vuelta dispuesta a irme cuando la silueta de mi madre apareció en la puerta. Un pequeño gritó salió de mi garganta y más tarde un insulto. Pude notar como fruncía las cejas ante mis palabras.
Ella odiaba que insultara, pero me había asustado.
-Me asustaste.
-Lo supuse- contestó para después entrar a la pieza y volver a la cama mientras bostezaba.
-¿Por qué estás despierta?- concideré que tampoco podía dormir.
-El Señor Hoffman se levanta temprano para ir a trabajar- ella se acurrucó en la cama y cerró los ojos ignorando que estuviera allí.
Se notaba cansada.
-¿Y eso que tiene que ver?
-Soy la cocinera de la familia Crís- ella abrió los ojos poco a poco para después volver a cerrarlos- Ve a dormir.
Abrí la boca dispuesta a hablar cuando observé su rostro, se notaba realmente cansado y con solo intenciones de descansar.
Después de lo de ayer, simplemente me bañe y dormi. Quizá ella se quedó hasta tarde haciendo la cena.
Suspiré y di rumbo fuera de la habitación apagando la luz y cerrando la puerta con cuidado, sin hacer mucho ruido.
Cuando estuve en el pasillo, otra vez, mis ansias de agua fría volvieron a mi sistema. Con pasos rápidos fui directo a la cocina, claro pasando por los lujosos muebles y por la habitación principal.
Al llegar a la cocina, me percaté que la luz estaba encendida.Quizá mi madre se olvidó de apagarla~pensé.
Era invierno, por ende, el sol todavía no aparecía en el cielo y el frío era acogedor en mis pantuflas. Amaba esta estación del año.
Cuando puse un pie en la cocina me arrepentí al instante.
-¿Que haces despierta a las cinco de la mañana?
Su voz me hizo dar un paso hacia atrás. Mi mirada inspeccionó su cuerpo, haciendo que por acto de impulso, girara mi mirada hacia otro lado.
Federico estaba en piyama, que consistía en un pantalón ancho de algodón y su torso totalmente desnudo. No pude apreciar con determinación su físico, ya que mi vergüenza fue más grande.-Te hice una pregunta- habló nuevamente.
-Y te escuché perfectamente- respondí.
Con inseguridad avancé a la heladera, que para mí suerte, se encontraba frente suyo. A abrirla busqué rápidamente una jarra con hielo o algo así.
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Porciones De Amor
Teen FictionEl valor de las cosas es más importante que su precio... Y que precio eh pagado.